Acero y carne, 9002-9027
una de estas colonias consistía en enormes construcciones en forma de domo y bóvedas de cristal, concreto y acero, poblados que en realidad er
e más compleja en el proceso de terraformación de cualquier astro, e introducir los microorganis¬mos apropiados y esperar a que estos produjeran lentamente lo que hacía falta era todo lo que se podía hacer. Sin embargo, la percepción de lentitud en tal proceso era algo
similar a la capa de ozono que poseía la Tierra de forma natural. En efecto, la composición del aire no era ideal, pero ya se estaba en camino de lograr esa meta. En tiem
uien ve pasar cerca de sí a un amor perdido, ese que ha impuesto al desdichado amante que ha cometido una terrible falta una dura ley del hielo y que, por tanto, le voltea los
ego del Éxodo visitaron la Tierra. Habían escuchado, quizá cientos de veces, aquella
ul! -Escuchaban absortos l
an casi visualizar la Tierra que tantas veces habían detallado en fotos y videos; la esperaban aún azul. Les emocionaba ver la luz de esa estrella lejana llamada Sol hacerse cada vez más intensa, pues sentían que viajaban hacia el pasado, hecho curioso, pues sabían que los hombres, cuando vivían en la Tierra, sentían que iban hacia un mu
e una indiferencia total. Su gruesa atmósfera era tan transparente que apenas se podía percibir como un leve brillo a su alrededor, como un resplandor mágico. Además, dada su densidad y grosor, dicha atmósfera había protegido aquella prístina superficie de cualquier impacto luego de la glaciación, razón por la cual con
de reencuentro humano con su viejo hogar, y luego se fueron a Marte para comprobar la obra que durante cientos de años habían ejercido las bombas. Ya
de los verdaderos pioneros- que el sistema solar se había reconquistado y que muy pronto la humanidad podría regresar a su antigua casa a vivir bajo la luz amarilla de su añorado Sol. No eran malagradecidos con Wolf y mucho menos con Novaterra, a la que
neta podía ser muy bueno, lo más natural para el hombre sería regresar a la Tierra. Las primeras voces que abogaban por terraformar la Tierra -por irónica que pareciese la expresión- se levantaron seri
amaneceres corrientes; sin embargo, algo extraordinario pasó esa mañana en particular, pues luego de unas horas el Sol verdadero se elevó sobre el hielo. El pequeño sol antecedente había sido solo el primero de muchos mile
an con insistente violencia al mundo. El calor y el frío luchaban constantemente y por primera vez en mucho tiempo la atmósfera de la Tierra, pocas ve