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Relatos del Olimpo

Capítulo 6 Calisto y Arcas

Palabras:1199    |    Actualizado en: 24/06/2021

estaba reparando el terreno revis

a urgente Cómo era debió rend

dia. El la miro, y el deseo le erizó los muslos

sentadas en casa los ojos fijos en

sujeta con un broche bastó su cola de caballo en un

o ella era la favorita de Diana

acizas columnas de un bosque virgen. Aflojó su arco y poniéndose el carcaj de almoh

ha indefensa somnolienta y lá

esposa Hera, y si lo sabe Y si atraigo

z; encima de ella vio al dob

¿donde casaste hoy? ¿en qué cer

a se sentó

ara mí eres más grande que Zeus

ia él y la beso, no era el beso casto que se le da en general a una virgen. Este beso le atoró a ella la voz y ya los

e sea de hecho puede liberarse del alcance de Zeus? Si Hera hubiera visto

rioso regre

flores que había visto lo ocurrido, tenía tanta prisa

tó del terror por pensar que Diana era de nuevo Zeus, disfrazado de Diana. Pero entonces Calisto reconoció a sus amigas y las vírgene

alboroto siempre cercano a la diosa. Se retrajo la vista

Y para Diana con su divinidad no pasaron desapercibidos l

za bajo el sol quemante, Diana llegó a su compañía a una arbol

ónde podemos desnudarnos y

as se desnudaron de inmediato, ella se tardó pu

e lo que ocultab

afrenta

guas, aléjate de no

la ocasión de exigir un castigo ejemplar. Llegó el tiempo s

ediato su enojo con

üenza! Esto es la prueba viviente de cómo se porta Zeus, ve ahora mi v

sos brazos que el Dios había acariciado, de pronto se espesaron de pelo negro, sus manos se curvaron y volvieron garras

ca la diosa le cortó el habla, en vez de pal

u mente seguía inalterada, su lamento er

nque no pudiera articularla su desesperación frente al ingrato de Zeus, era la de una

su vida. Con frecuencia guía exhausta de la

de las otras criaturas. Como desde antes

su propio padre, Licaón era u

s 16 años. No sabía nada de su m

endo el viento y la situación del lugar, Arcas había t

su madre separó en dos patas para verlo y riéndose pa

ndo con fijeza los ojos que lo miraban. Pero cuando ella se puso en cuatro patas y él vio sus hombro

remetida de ella y dirigirla hacia el cuerpo y cla

n un torbellino Y estos dos que estuvieron apunto de reunirse en un crimen sangriento, un error trágico, se vieron de pronto en e

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