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El curioso embarazo de Joseph ©

Capítulo 5 CUATRO

Palabras:3696    |    Actualizado en: 22/06/2021

eses d

po expues-to. Evaluaba la abatida punzada en los muslos. Estaba agota-do por tanta marcha en toda esta carrer

» de Dj Snake ft

sentir alivio de haber logrado salir de la mansión y así salir a trotar por la ciudad, bajo la atención de los guardaespaldas. Cada vez me

udio, toda la educación se fue a la mierda por el maldito matrimonio con el imbécil de Jules, de vez en cuando tenemos que salir obligados y mostrarnos ante los paparazis para demostrar que

ar. La mayoría de los seres humanos están instruidos a tropezar con lo fácil. Si bien, aquí nada es fácil. Podría decirse que Georgia es un estado indispensable, ya que, es uno de los únicos estados de América que no cuentan con las mismas leyes como en todo el país, el estado crea sus mismas constituciones y las aplican. Diferente en lo actual; como que ya eres mayor de ed

dad para diri-girme hasta una de las tantas bancas de madera. Es un lugar cien por ciento higiénico, el senado estatal asume que cada dos días haya limpieza de pies a cabeza en la metrópoli, por ello los individuos de otros lugares prefieren emigrar al estado y buscar empleo que es más factible y seguro. Ya que, el tra-bajo es reverenciado. Si eres camarero obtienes respeto, si eres de los señores del basurero tienes respeto, si eres educador obtienes respeto. La solidaridad es muy afectuosa. Instalo todo mi peso en la banca

cama. Es un idiota en todos los sentidos, siempre le gusta ser el centro de atención, habla cosas de mí que ni yo mismo sa-bia. Cada vez me siento más pequeño a su lado, me intimida, ¿a quién no? Mide dos metros, tiene los ojos iceber

a su respectivo trabajo. Eso pensaba hacerlo, pero, con lo que sucedió en Las Vegas, no lo creo. El simple hecho de imaginármelo me causa catar-sis. El viento diligente se frotaba ante las hojas de los arboles dándoles un suave vaivén. Sonrío por inercia. Este tipo de ambiente me trae alivio. Mis ojos se movían constante

salen vo-lando del suelo cuando un perro de raza Golden, viene pa-seando. Una correa esta puesta en su cuello siendo jalado por una femenina de alta estatura de cabello rubio en una perfecta coleta, contextura delgada con ropa deportiva. Ella le suelta y el perro contento

a seña hasta los guardaespaldas que nos miran con fijeza. Asiento con la cabeza una vez que la ansi

a un vistazo entrecerrando los ojos asintiendo para

tos paso saliva paso saliva—. Sí, estás en t

n sonoro

Me sorprendo y me levanto rápido del banco sob

egar rápido a casa… —apun

ro—. Si deseas te doy un aventón traje mi auto

so—; además, los guardaespaldas debie

vertical a los labios. La noto confundido cuando silva ruidosamente. El Golden quien se hab

su ca-beza. Iggor me mira y se frota a la cari

como si estuvie

a su casa ¿sí? —El perro de nuevo ladra como s

unca tuve la dicha de tener una mascota. Padre, siempre adoptaba perros guar-dianes, y no eran nada amigables. Continuamente quise tener alguna mascota, pa

rar nada. El acostumbra a levantarse a las 9:00hrs. Cuando estamos frente al auto abre la puerta del piloto, me hace una seña para que entre y abro la de copiloto para poder entrar por ella. Iggor entra a la parte trasera acomodándose en el asiento, Sandra se desliza por el asiento encendiendo la camioneta poniéndola en marcha. Los edificios se hacen presentes. Grandes rasca-cielos se están a la mi

esa Sandra resolviendo mi desconcierto al mir

etenida. No puedo estar más rubor

tivo cuando le suelto la correa para que marche en lugares abiertos d

mientras maneja. Su risa e

mi-gos. No sería capaz de dejar a Tayron y mucho menos

ansiones. La ansiedad incrementa mediante vamos llegan-do.

ocido Joseph —la contemplo con una pequeña sonrisa. Me guiña un ojo—. Oh, espero n

breta que saca de la guantera. Me da un lápiz y co

spide con su mano. Volteo notando por el vidrio de copiloto—. Adiós,

como la camioneta de

gerle sus cosas tiradas. Es un martirio vivir y depender de un hombre machista que solo impone su tamaño y fuerza a comparación de la mía alegando deliberadamente que soy menos que él. Abro la puerta princi-pal con la llave que coloco debajo de una maseta. Es la llave que Jules no sabe que poseo. Sé que casarnos, en estado de ebri

s se lograba escuchar y agradecía eso a todos los Dioses. Con cuidado tomo el pomo en mis manos y doy vuel-ta, empujo hacia adentro y entro por la puerta de color caoba con el picaporte de color dorado. La habitación es de un color azul rey, con columnas en blanco. El techado es del mismo color, un gran

otros. No tengo permi-tido ir hacia allá, padre dice que no quiere que esté por ahí. Comienzo a despojar la ropa deportiva de mi cuerpo. Mi con-textura es delgada, pero, bien tonificada. Podría apreciar en el gran espejo el balcón a un costado de la cama. En él se podría estimar el patio trasero, la piscina en forma de margarita. Ya

nto con mi mano derecha el tapón haciendo que el agua comience a descender de la tina. Con mi otra mano tomo dos toallas blancas amas de casa. Con una la enrollo en mi cuerpo y la otra la utilizo para secarme el cabello aunque es algo imposible (pero no pierdo la esperanza). Ya en la habitación me dirijo al guarda-rropa; escojo con eficacia una franela Polo negra con el logo-tipo rojo, la tela es suave. Escojo una bermuda roja que me llega hasta las rodillas pero se ciñen a mis piernas, unas Con-verse de color blanco. Coloco todo en mi colcha. Me deslizo la toalla y comienzo

túpido

ega dorado con deta-lles plateados. Su contorno es negro la correa de cuero bien pulida. Miro

a había arreglado, camino apresurado por las escaleras inten

frutas. Busco los ingredientes necesarios y comienzo a preparar la mezcla. Ya lista, enciendo el fogón de la cocina. Sitúo una cacerola encima para poder colocar la masa y hacer los panc

damente. Dirijo mis pasos al lavaplatos abr

rados. Sonrío cuando tengo todo listo. El café está listo hace minutos en la cafetera (la cual se encarga de mantenerlo caliente). Coloco todo sobre la m

a —gruñe entra

e dirige una mirada glacial al concluir de observarme. Me tenso cuando toma la taza de

el café y gruñe al

mi gargan-ta no me deja hablar—, ni siquiera

¡Escoria

on amenazantes. Intento evitar su vistazo—

voz, escoria —

iva cuando comienza acercarse—. ¡No te me acerques…! —queda

timidante como sus

s ojos húmedos —, aquí el que manda soy yo ¿o se te olvida? —Niego—.Dil

! —las lágrimas des

se te olvi

dico y sube las esca-leras no antes de man

×

Jos

M

a iré de visit

a M

Jos

bien m

Jos

M

bien,

a M

Jos

ntento

re, mañana

×

dre viene de visita es más seguro que pa-dre también. Me tocará hacer una gran cena. Solo para ver a madre feliz. Es la única que no sabe de mi situación real en cuanto a este matrimonio. Y quiero que siga haciéndolo. De-seo que siga creyendo que me case enamorado del hombre de mi vida. No quiero que sufra por mi irr

arcus Prims. El abdomen desgarrado, sin sus dos ojos. Los oficiales y los mé-dicos forenses dicen q

llevo una ma

ndo solo hombres jóvenes, pero no se sabe, el por qué

iones delicadas, delgados, pero su abdomen son los que más me llaman la atención, tiene un símbolo con

el mío, la letra X marca el mismo lug

lo que esto

no l

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