El curioso embarazo de Joseph ©
ses des
po expues-to. Evaluaba la abatida punzada en los muslos. Estaba agota-do por tanta marcha en toda esta carrer
» de Dj Snake ft
sentir alivio de haber logrado salir de la mansión y así salir a trotar por la ciudad, bajo la atención de los guardaespaldas. Cada vez me
udio, toda la educación se fue a la mierda por el maldito matrimonio con el imbécil de Jules, de vez en cuando tenemos que salir obligados y mostrarnos ante los paparazis para demostrar que
ar. La mayoría de los seres humanos están instruidos a tropezar con lo fácil. Si bien, aquí nada es fácil. Podría decirse que Georgia es un estado indispensable, ya que, es uno de los únicos estados de América que no cuentan con las mismas leyes como en todo el país, el estado crea sus mismas constituciones y las aplican. Diferente en lo actual; como que ya eres mayor de ed
dad para diri-girme hasta una de las tantas bancas de madera. Es un lugar cien por ciento higiénico, el senado estatal asume que cada dos días haya limpieza de pies a cabeza en la metrópoli, por ello los individuos de otros lugares prefieren emigrar al estado y buscar empleo que es más factible y seguro. Ya que, el tra-bajo es reverenciado. Si eres camarero obtienes respeto, si eres de los señores del basurero tienes respeto, si eres educador obtienes respeto. La solidaridad es muy afectuosa. Instalo todo mi peso en la banca
cama. Es un idiota en todos los sentidos, siempre le gusta ser el centro de atención, habla cosas de mí que ni yo mismo sa-bia. Cada vez me siento más pequeño a su lado, me intimida, ¿a quién no? Mide dos metros, tiene los ojos iceber
a su respectivo trabajo. Eso pensaba hacerlo, pero, con lo que sucedió en Las Vegas, no lo creo. El simple hecho de imaginármelo me causa catar-sis. El viento diligente se frotaba ante las hojas de los arboles dándoles un suave vaivén. Sonrío por inercia. Este tipo de ambiente me trae alivio. Mis ojos se movían constante
salen vo-lando del suelo cuando un perro de raza Golden, viene pa-seando. Una correa esta puesta en su cuello siendo jalado por una femenina de alta estatura de cabello rubio en una perfecta coleta, contextura delgada con ropa deportiva. Ella le suelta y el perro contento
a seña hasta los guardaespaldas que nos miran con fijeza. Asiento con la cabeza una vez que la ansi
da un vistazo entrecerrando los ojos asintiendo para
tos paso saliva paso saliva-. Sí, estás en t
n sonoro
Me sorprendo y me levanto rápido del banco sob
egar rápido a casa... -ap
o-. Si deseas te doy un aventón traje mi auto.
so-; además, los guardaespaldas debie
vertical a los labios. La noto confundido cuando silva ruidosamente. El Golden quien se hab
su ca-beza. Iggor me mira y se frota a la cari
como si estuvie
a su casa ¿sí? -El perro de nuevo ladra como s
unca tuve la dicha de tener una mascota. Padre, siempre adoptaba perros guar-dianes, y no eran nada amigables. Continuamente quise tener alguna mascota, pa
rar nada. El acostumbra a levantarse a las 9:00hrs. Cuando estamos frente al auto abre la puerta del piloto, me hace una seña para que entre y abro la de copiloto para poder entrar por ella. Iggor entra a la parte trasera acomodándose en el asiento, Sandra se desliza por el asiento encendiendo la camioneta poniéndola en marcha. Los edificios se hacen presentes. Grandes rasca-cielos se están a la mi
esa Sandra resolviendo mi desconcierto al mir
tretenida. No puedo estar más rub
tivo cuando le suelto la correa para que marche en lugares abiertos d
mientras maneja. Su risa e
mi-gos. No sería capaz de dejar a Tayron y mucho menos
ansiones. La ansiedad incrementa mediante vamos llegan-do.
ocido Joseph -la contemplo con una pequeña sonrisa. Me guiña un ojo-. Oh, espero n
breta que saca de la guantera. Me da un lápiz y co
espide con su mano. Volteo notando por el vidrio de copiloto-. Adiós,
como la camioneta de
gerle sus cosas tiradas. Es un martirio vivir y depender de un hombre machista que solo impone su tamaño y fuerza a comparación de la mía alegando deliberadamente que soy menos que él. Abro la puerta princi-pal con la llave que coloco debajo de una maseta. Es la llave que Jules no sabe que poseo. Sé que casarnos, en estado de ebri
s se lograba escuchar y agradecía eso a todos los Dioses. Con cuidado tomo el pomo en mis manos y doy vuel-ta, empujo hacia adentro y entro por la puerta de color caoba con el picaporte de color dorado. La habitación es de un color azul rey, con columnas en blanco. El techado es del mismo color, un gran
otros. No tengo permi-tido ir hacia allá, padre dice que no quiere que esté por ahí. Comienzo a despojar la ropa deportiva de mi cuerpo. Mi con-textura es delgada, pero, bien tonificada. Podría apreciar en el gran espejo el balcón a un costado de la cama. En él se podría estimar el patio trasero, la piscina en forma de margarita. Ya
nto con mi mano derecha el tapón haciendo que el agua comience a descender de la tina. Con mi otra mano tomo dos toallas blancas amas de casa. Con una la enrollo en mi cuerpo y la otra la utilizo para secarme el cabello aunque es algo imposible (pero no pierdo la esperanza). Ya en la habitación me dirijo al guarda-rropa; escojo con eficacia una franela Polo negra con el logo-tipo rojo, la tela es suave. Escojo una bermuda roja que me llega hasta las rodillas pero se ciñen a mis piernas, unas Con-verse de color blanco. Coloco todo en mi colcha. Me deslizo la toalla y comienzo
túpido
ega dorado con deta-lles plateados. Su contorno es negro la correa de cuero bien pulida. Miro
la había arreglado, camino apresurado por las escaleras inten
frutas. Busco los ingredientes necesarios y comienzo a preparar la mezcla. Ya lista, enciendo el fogón de la cocina. Sitúo una cacerola encima para poder colocar la masa y hacer los panc
damente. Dirijo mis pasos al lavaplatos abr
rados. Sonrío cuando tengo todo listo. El café está listo hace minutos en la cafetera (la cual se encarga de mantenerlo caliente). Coloco todo sobre la m
a -gruñe entra
e dirige una mirada glacial al concluir de observarme. Me tenso cuando toma la taza de
el café y gruñe al
mi gargan-ta no me deja hablar-, ni siquiera
¡Escoria
on amenazantes. Intento evitar su vistazo-
voz, escoria -
iva cuando comienza acercarse-. ¡No te me acerques...! -qued
timidante como sus
s ojos húmedos -, aquí el que manda soy yo ¿o se te olvida? -Niego-.Dil
! -las lágrimas des
se te olvi
dico y sube las esca-leras no antes de man
×
Jos
M
a iré de visit
a M
Jos
bien m
Jos
M
bien,
a M
Jos
ntento
re, mañana
×
dre viene de visita es más seguro que pa-dre también. Me tocará hacer una gran cena. Solo para ver a madre feliz. Es la única que no sabe de mi situación real en cuanto a este matrimonio. Y quiero que siga haciéndolo. De-seo que siga creyendo que me case enamorado del hombre de mi vida. No quiero que sufra por mi irr
arcus Prims. El abdomen desgarrado, sin sus dos ojos. Los oficiales y los mé-dicos forenses dicen q
llevo una ma
ndo solo hombres jóvenes, pero no se sabe, el por qué
iones delicadas, delgados, pero su abdomen son los que más me llaman la atención, tiene un símbolo con
el mío, la letra X marca el mismo lug
lo que esto
no l