El Libro Negro: Cuando El Amor Se Convierte En Cero
Ross
de ellas servía como un recordatorio silencioso de que mi esposo
ie
día. Trajo una cesta de frutas que parecía un arreglo funerar
que se l
i Dante quería comprar mi perdón, el precio era su
vibró con la brutalidad d
que no r
fo
el sol italiano, riendo como si el mundo no existiera, como si yo
cuperando lo que es nuestro. No
llo
albergan esperanza, y la mía se había e
norando las miradas lastimeras de las enfermeras que sabían exactame
cto de rebelión silenciosa par
silencio cuando entré
de estar, el tintineo de vasos de cri
había
proximación y caminé por el pasillo somb
le-. Dejar a la señora Elara sola en el hospital... se ve mal. Los ho
tuado solo por el sonido de lí
palabras arrastrándose con
rimiento-. Es leal. Es digna. Es... fría. Es como los muebles de esta casa
a tela de mi vestido hasta que
eb
fá decorativ
osa -insis
. Isabella... Isabella es fuego. Isabella me hace sentir vivo. Me hace sentir que soy dueño del
is pulmones en un
olo indi
sentim
n la ha
sobre ellos com
salto, pálido como un fan
tó la vista
desabrochada, exudando el hedor rancio del al
izca de sorpresa o remo
ando extraña, vacía-. Sol
ca y cruel, recos
una mano despectiva-. Sube a tu habitación.
á mañana
errados, como si tratara de
Elara. Eres como los
, golpeando su hombro contra el mío sin siquiera una disculpa m
llenos de una disculpa q
é suavemente-. Llévate
cerró tras ellos,
a mi ha
ré desmayado en la cama, completamente
bro Negro d
rme: "Me llamó mueble. Dijo que soy su jaula. Con
los
do era