Embarazada del rival millonario tras divorciarme de un traidor
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abitación con cemento húmedo. Marisma se sentó en el borde de la cama California King, hundiendo los pies en una alfombra color crem
e oc
a mujer que sonreía en las galas benéficas y asentía dócilmente cuando su esposo le explicaba conceptos básicos frente a los
mármol helado bajo sus plantas desnudas. La máquina de espresso siseó, un sonido violento en el apartamento muerto. Preparó la mezcla de Brote: setenta por ciento
te alto. Dentro no había una receta para pollo asado, sin
notificación p
esbloqueó. Había un correo de un remitente anónimo. El
isfrazado de reloj Cartier en su muñeca, zumbó suavemente contra su piel.
ción. El escenario era el dormitorio principal de su finca en los Hamptons. La marca de tie
ás en lo que parecía éxtasis. A horcajadas sobre él había una mujer c
asma en el centro del pecho, una presión fría y brutal que no tenía nada que ver con el amor y todo que ver con el desperdicio de tiempo.
ro. Era el portal de reclutamiento para "El Protocolo". La oferta había estado allí durante seis meses. Un proyecto
la pantalla
en la forma en que él solía mirarla antes de que
ara la Extracción. Cuen
ecerse en el éter. Reenvió las fotos a una bóveda segura en la nube, borró el caché local
era pulida y curada que hacía que las revistas lo adoraran. Se ajustó los gemelos mie
rsario, quer
o olió. El aroma tenue y empalagoso de vainilla y nardos. El perfume
la voz de Marisma, la esposa solidaria. No la de l
lo negro. La abrió para revelar un collar de diamantes, una caden
ella, fingiendo un
reloj-. Junta directiva esta noche. V
a espalda para que ella le ayudar
azo, apretando el nudo. Lo deslizó hasta su cuello. Por un segundo, solo
su mano volando hacia
isa suave y disculpándose. -Lo siento. Mis man
en sus ojos antes de enmascararla co
censor. Las puertas se cerraron, cor
o tras de sí una máscara de furia fría y dura. Recogió el collar de diamantes del mostrador.
para sus batidos verdes. Dejó caer el collar dentro.
o alertaría al personal. Simple
Nueva York. La cuenta regresiva en su mente a