Cinco Años, Un Voto Forjado
/0/21832/coverbig.jpg?v=73261d7ee4e5a209659478801c731988&imageMogr2/format/webp)
a devota que ayudó a Alejandro a
lesión fingida, él le entregó el collar de diamantes que era para n
stro en el pasado hacía que las tormentas me a
rorizada por el extraño que conducía
adera -se burló-. No arru
ver a casa y descubrir la traición final: Alejandro
sposa. Solo fui un reempla
cupado consolándola,
a de matrimonio falsa, hic
su error y vino a rogarme de
ítu
vista d
jos, usualmente tan cálidos para mí, se clavaron en ella mientras él aferraba el collar de diamantes que yo
odigio del golf que había cambiado sus palos por un imperio tecnológico. Lo lev
eso! -grit
tiene! -inter
abía sido su esposa, su apoyo constante mientras construía su negocio desde cero, después de que se a
elta en el campo, ganan
stal? -le susurró una mu
separables. Prácticamen
conocían. Alejandro, el profesional experimentado, y Cristal, su alumna estre
jer, ajena a mi presencia-. Ella era solo una chi
n aleteo teatral, y Alejandro, todavía en hombros de la multitud, extendió la mano instintivamente. Sus
labios. Él le devolvió la sonrisa, una sonrisa genuina y libre de cargas que no hab
e la mujer a mi lado-. Tod
historia compartida, historias de las que yo era una simple espectad
és de que ella se fue? -intervino otra v
agregó una tercera persona-.
mundo, o al menos este torneo, y aquí estaba ella. Mi cora
se salía de control. El frío acero de la mano de un extraño en mi brazo, las amenazas susurradas, la lucha frenética. El est
embargo, cuando le rogué que instalara un sistem
vo conmigo -dijo, con voz di
a pesadilla particularmente vívida, simpl
eño, cariño. V
ilada. Para él, mis miedos eran una inconveniencia. Las necesidades de ella, su pa
ve. No lloraría aquí. No ahora. No frente a esta multitud, a
urar, sin malicia-. Siempre se ve ta
ía. A la deriva en un mar de su pasado, u
rememorando-. Le enseñó todo lo que sabe, y luego
legó Sofía y lo cuidó hasta qu
e en mi estómago. Había construido mi vida alrededor de él, lo ayudé en su transición del golf a la tecnolog
Mi voz, cuando salió, fue
eja
demasiado ocupado mirando a Cristal, con una
enté de nuevo, má
focados por un momento mientras se posaban en mí. Un deste
de Cristal, pero no del todo. Su man
blando a pesar de mis mejore
leo desesperado. Necesitaba que dijera mi nombre. Neces
que ahora miraba hacia abajo con recato
sponder, uno de sus viejos amigos
campeón? ¡Para darle conf
aron en el aire, s
la anoche -agregó otro amigo-. Corrió a consolarla
a dejado plantada para la cena. Dij
para el regalo de aniversario de Sofía, Alejandro? -pregunt
n el aire, una acusación cruel y pública. Los susurros comen