Cinco años, un nombre olvidado
ico del motor y el parloteo ahogado de Daniela se habían convertido en un tormento. Pero pronto, el zumbido
reemplazadas por la profunda y oscura negrura del campo. Árboles esqueléti
-exigí, mi voz ag
se rio suavemente. El silencio de Braulio envió una nueva
té, mi voz subiendo en histeri
tra el respaldo del asiento del copiloto. Un rayo de dolor atravesó mi cráne
ó, sus ojos ardiendo con una furia fría que nunca antes había vis
lpa -gruñó, su vo
no todavía presionada co
ar en seco, me golpeé la cabe
nquebrantable-. Discúlpate por ser grosera, por a
lpe. Este no era el hombre con el que hab
os-. ¡Ella es la que me provocó deliberadamente, la que me dio
amente estalló en un llanto teatral. Se aferr
esto! ¡Siempre se mete
n los ojos
lemas entre ustedes. -Sus palabras estaban teñ
e hierro. Se volvió hacia
tar de hacerme feliz, y tú le pagas con esta negatividad! -Tomó una respiración profunda y
orgullo, hecho añicos en un millón de pedazos durante cinco largos añ
ó la puerta de su coche y salió. Una ráfaga de viento helado, a
zo, sus dedos clavándose en mi carne. Me sacó, bruscamente. Tropecé, mi pierna herida s
opresiva, un paisaje sinie
Reflexiona sobre tu comportamiento. Cua
y volvió al coche, cerrando la puerta con un g
se, una súplica desesperada e inútil en l
ras brillaron, luego se encogieron, desapareciendo