Casarse con el Rival: La Desesperación de Mi Exmarido
lina de
a mañana filtrándose por las altas ventanas arqueadas. Motas de polvo danzab
ado en el extremo opuesto. Cortaba su filete con precisión quirúrgica
como piedras moliéndose junta
a amargo, reflejando el sabor a bilis qu
on Eladio -dije, manteniendo mi voz suave, desprovista de emoción-. Noté a
de párpados pesados clavándose en los míos. Era un depredador por naturaleza, y reconoció el cambio en
guntó, su inte
mpezando por las asignaciones discrecionales para miembros no esenciales de la fami
ego, una pequeña, casi imperceptible sonrisa tocó las
se mimetizaba con las sombras junto
vez y comenzó a tec
la onda expansiva
diseñador de edición limitada en la ciudad, solo para que su tarjeta Black fuera rechazada
o, aunque no había pasado una página en veinte minutos. El aire
alboroto an
moteada. Parecía lista para gritar, para destrozarme. Pero en
máscara de dulce e inocente preocupación
lo que significaba que varias esposas de los Jefes estaban presentes,
de montar a medida que probablemente co
lazar su brazo con el mío-. ¿Está todo bien? Es
uería una reacción, una escena
su contacto. Era como tener un
plemente retrocedí, desenganchando mi extr
ía -dije, mi voz bajan
e no había nada con qué tropezar. Lanzó los brazos, se desequilibró a p
y haciendo una mueca de dolor fingi
el pabellón se de
undiéndose en el césped, cacareando
de ellas, arrodillándose jun
tra lo suficientemente al
rmenta. Me estaban volviendo loca a propósito.
los pasos pes
a tierra. No me miró. Fue directamente hacia Sofía, recogiénd
su voz goteando una ternura
ueco de su cuello, ocultando su sonrisa de suficiencia
os se encontraron con los míos,
perdón
er que actuaba una tra
-d
irtió, su voz
mé con calma, negá
l desprecio cu
losa. Es
sposas me fulminaron con la mirada, sacudiendo la cabeza en s
el lodo, el silen
ompensar" a Sofía por su angustia, Alejandro le
el balcón de
Estaba de pie detrás de ella, su pecho presionado contra su espalda. Le susurró a
u semental favorito. Nunca dejaba que na
mis ensayos de ballet. El asiento vacío en la p
ante que la vida", me habí
ndo pisoteada en la tierra de ese potre
e estaba engañando.
nas. Necesitaba una nueva estrategia. Era una reina en un ta
jar de jugar a