Casarse con el Rival: La Desesperación de Mi Exmarido
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a de un narco, solo para escucharlo burlarse de mí, llamándome "
ba más allá de una
jándome con la pierna destrozada. Postrada en la cama del hospital,
Sofía había saboteado mi equip
ar. Llamó a mi experiencia cercana a la muerte una "
ella las joyas de la familia. Se quedó de brazos cruzados mientra
al héroe con una mujer que él
emota idea de que el
rocámaras por toda la finca mientra
te" Sofía acostándose con sus guardias, sus rivales e incluso su
toda la familia del cártel, Alejandr
ué. No
emoria USB al proyector
ítu
lina de
esposo, apretando un fajo de informes financieros contra mi pecho, cu
de un puñetazo: si abría esa puerta, m
sabía que ya había ganado; un sonido que amenazaba con arrebatarme el título de e
el hasta que mis nudill
uite principal de la finca de la Garza. Las sábanas de seda
de violencia, y yo era la estatua que había col
sta que brilló como oro hilado. Me apliqué el maquillaje
cada Jefe. Inclinaban la cabeza cuando yo pasaba, pero podía
rando a que
l espejo. Piel perfecta. Cab
que se parecía al respeto. Pensé que era suficiente. Pensé que si me moldeaba en la esposa per
una
dquisición. Un trofeo para
e Palacio de Hierro, había un tubo de lápiz labial. Era de una marca barata, del Oxxo. La ca
ío recorrió
o. Alguna sirvienta debió ha
ese tubo de lápiz labial se
or un gemido bajo y gutural. Era Alejandro. Era un
eficiente. Si
toq
rta apenas un
olpeó más fuer
, con su camisa de vestir blanca desabotonada hasta la m
ilia" que había traído a la mansión hacía seis meses. La po
niendo su garganta. Sus manos estaban en
un hambre que me aterr
cabeza liger
partó.
nr
arrastrando sus uñas por el pecho de Alejandro, dejando una marca roja. Querí
uró Alejandro, su voz ásper
mano por
escultura de hielo con la q
andonó mis
ura de
ndo de ser perfecta para él, tratando de ser la mujer digna del apellido de la
lvió el estómago. Sentí que l
ocumentos se deslizó ligeramente, crujiend
que Alejandro pudie
aban contra el suelo de mármol, una cuenta re
hablar cuando me acerqué, pero en el momento en que pasé, los susurros
ca que había
ación y cerré la
ultad. Caminé hacia el espejo. La mujer que me
o
sequé la única lágrima
solía decir: bajo el agua más ma
r sobre Sofía semanas atrás. Había descartado mis sospechas entonces, pensa
udes. Conexiones con familias rivales que era
a un parásito. Y Alejandro
tro quinto aniversario. La semana pasada, escuché a Sof
ba reem
objeto útil. Un marcador de posición hasta
o de lealtad al que me había aferrado durante tan
. Mis manos esta
ro que no habí
ciano respondió-. Necesi
Alejandro me había dado el día de nuestra boda. Lle
é caer en el cajón más
perfecta se
acababa de