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Reinando en el infierno

Capítulo 3 Cadáver resiliente.

Palabras:1216    |    Actualizado en: 30/05/2021

abe qu

abe qu

abe qu

dí presta

a sea!, iría a la cárcel por esto. Debía correr lo más lejos que pudiera, estaba segura que mi madre no me protegería. De pronto sentí un gr

imposible entenderla y no es como si quisiera hacerlo. Pero era el único hombre que se había quedado con ella todo este tiempo, él algunas veces traía dinero que

n mirar atrás esta vez, a pesar de todos los gritos que escuché de ella que hicieron que varias lágrimas cayeran por mis mejillas.

e hasta una pequeña cafetería c

un momento pensé que los demás lo habían escuchado, pero no. Las tres personas que habían en el lugar en ningún momento levantaron la mirada, ni siquiera cuando al abrir la puerta sonaba la ca

ima mesa desocupada, es muy poco lo que se me ve, y es lo que necesito. Me dejo c

ado a a

años, no puedo

mamá ya

está buscan

vió y ahora me está

saber que detrás de este vidrio hay una persona que acaba de matar a alguien. ¿Por qué tuve que tener esta madre, esta vida? si la policía me atrapa me encerraran por matar a alguien que probablemente ha

ejó escapar un

frente a mí, no digo nada, no sé qué decir tampoco y ella lo nota ¿qué vas a ordenar

igo agachando la cabeza, rezando po

cuando ya pienso que me va a echar y

o para luego guiñarme un ojo, estoy a punto de decirle que no es necesario pero mi estómago vuelve a sonar mucho más

en voz baja, ella asiente

levantaré sin trasero, pero he dormido en situaciones peores, la clave es ser capaz de adaptarse a cualquier situa

n momento siento que todo está pasando en cámara lenta. Ellos se acercan al mostrador y le muestran una foto a l

e levante de forma tranquila y camine hacia el baño asustada, esperando que la señ

no me arrestaran, pero sabía que no me creerían, esa mujer debe haberles dicho muchas cosas malas para que ellos se dieran el tiempo de buscarme

a a m

a matado a

callada que ni el sonido de mi respiración se escuchaba y esperaba a que mi

el mostrador, pero no digo nada —¡sal de ahí y cuéntamelo todo! —te

o sé qué hacer, yo no debería est

a me saca de mis pen

cías aquí, ya se fueron

manos a mi cara para encontrarme con la humedad en mis mejillas. Estaba horrible, estaba herida, tenía heridas qu

la se llevó una mano a la boca asustada—Tranqu

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