La despiadada revancha de la novia plantada
melia
, y sentí un líquido tibio y pegajoso gotear por mi sien. Sangre. Mi visión nadaba, pero a través de la neblina, vi los rostros d
s blancos! -e
ra! -gri
la pared cerca de mi cabeza, esparciendo fragmentos de cerámica. Cada golpe, cada asalto verbal, se sentía como una extensión física de la traición de Gabe, astillando la poca di
ron palabras. Mi garganta estaba en carne viva por el agarre de Gabe, e incluso si hubiera podido hablar, nadie
fracción de segundo, creí ver un destello de algo en sus ojos, un indicio de preocupación, tal vez, al ve
uridad que acababan de entrar-. Sáquenla de mi vista. Y asegúrense de que no salga de la vil
e tranquila, un marcado cont
se encendió, haciéndome gritar. Me arrastraron por los opulentos pasillos, pasando junto a las costosas obras de arte y los muebles de diseño, hasta que llegar
palpitaba, la sangre de la herida se secaba y se endurecía en mi cabello. La herida sin tratar ardía, un fuego insidioso extendiéndose por mis ven
nalmente, con el rostro sombrío, exigiendo saber dónde estaban los esquemas "robados". Pero
susurraba, mi voz ronc
tó la comida y el agua. Pasaron tres días, cada uno una eternidad de sed y hamb
figura esbelta recortada contra el tenue pasillo. Cortney. Entró, su rostro iluminado por el débil res
o falsa simpatía-. Patética. Todo ese tal
o, su voz bajando a u
o tu lugar. Gabe siempre estuvo destinado a mí. AG Diseños, t
aliento olía enf
os. Nadie los rastreará hasta mí. ¿Tu pequeña empresa? Se está q
rtaba el dolor, la debilidad. Me abalancé, un grito gutural escapando de mis labios. Mi mano conectó con su rostro, una bofetada satisfactoria que resonó en el pequeño espacio. Cortney ret
. Gabe estaba allí, con los ojos muy abiertos por
pie de un salto, arrojándose a los brazos de Gabe, enterrando su ros