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La despiadada revancha de la novia plantada

Capítulo 5 

Palabras:987    |    Actualizado en: 11/12/2025

melia

Gabe a la mañana siguiente, flanqueada por un abogado de rostro adusto. Sostenía una gruesa carpeta en la mano, mi acuerdo de r

uzados, sus ojos llenos de una diversión condescendiente. Pensaba que esto era un bluff. Realmente creí

n serio estás haciendo esto? No me digas que de verdad te vas. No durarías ni un

Sus ojos, fríos y desafiantes, me

n la parte inferior de la página, mi nombre una declaración desafiante. Cada traz

. Sus pupilas se dilataron visiblemente. Su sonrisa burlona se desvaneció, reemplazada por una expres

lo firmaste? -susu

e torcieron

s llegas sin AG Diseños. Sin mí. No vengas llorando cuando te des cu

o, un intento fútil de heri

os de la mano. Lo estaba restregando deliberadamente, lo sabía. Un movimiento calculado para retorcer el cuchillo, para hacerme retorcer. ¿Y Gabe? Lo permitía. Incluso lo fomentaba. Quería que lo viera, que sint

illo dice que si la licenciada Ávila quiere su trabajo de vuelta, necesita disculparse públic

i corazón, que una vez había estado tan apasionadamente dedicado a él, era ahora un páramo

amado hogar durante tanto tiempo. El lugar donde tantos de nuestros recuerdos, buenos y malos

ormitorio, escondidos en un cajón, había regalos sentimentales, pequeñas muestras de afecto de un tiempo diferente. Y en el cuarto de almacenamiento, los viejos discos duros, llenos de

vida compartida que ya no existía. Me había dado una casa, una empresa, un anillo de diamantes, pero nunca un espacio verdaderamente mío dentro de su mundo. Me di cuenta, con una sacu

amos usado para las noches de verano. Uno por uno, alimenté los recuerdos a las llamas. Las fotos se enroscaron, se ennegrecieron y se convirtieron en cenizas. Los pequeños regalos, de plástico y papel, se

El dolor seguía ahí, pero era distante, un dolor sordo en lugar de una heri

a. Era solo un espacio. Un espacio muy caro y muy vacío. Caminé hacia la puerta, mi pequeña maleta pre-empaca

con Cortney. Me detuve en el umbral, echando un último vistazo a la vi

e vacío. Mi voz era tranquil

vemente detrás de m

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