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El Arrepentimiento del Alfa: Perdió a su Loba Blanca Predestinada

El Arrepentimiento del Alfa: Perdió a su Loba Blanca Predestinada

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1219    |    Actualizado en: 09/12/2025

uemaba los pulmones como ácido, pero mi compañe

de natación que fingía un calambre, y la llevó a la

y humillada, Javi no me ofreció una mano. En su l

Eliana! -escupió frente a toda

nuestro vínculo pedazo a pedazo, culminando en el sagrado Árbol de la Luna, d

nal no fue emoci

ónito. Mientras el veneno paralizaba mis extremidades y me hundía e

-le gritó a las

da y se alejó,

no. Finalmente acepté el rechazo que é

e en una semana. Pensó que yo no era

quiv

n un estudio de danza, directo a los br

me transformé, no

a Loba

a de lo que había tirado a la

ítu

de E

lada, pero la realidad que golp

ariz. No era una buena nadadora. Todos en la Manada Sierra Norte lo sabían. Yo era la chica sin transformar, el fracaso

ito, tragando una bocanada d

duras de la fiesta del Solst

nuestra generación y el chico que tenía mi corazón en sus manos. Era mi Mate. No habíamos completado la ceremonia

estaba mi

lina desde el otro

diante transferida, una hembra Beta que había llegado hacía dos meses. Era hermosa, con curvas

sitaba ser s

n un gruñido que vibró a través de la cubierta de

hacia

egular en el vínculo que nos conectaba. Vi cómo levantaba a Catalina en sus pode

ndo y temblando fuera del agua. Nadie me ofreció una mano.

aferró a su camiseta mojada, temblando dramáti

preguntó Javi,

o un calambr

goteando de mi vestido bara

ré-. Me esta

nte de un cálido avellana, eran duros y fríos.

Eliana

, aturdi

a que todos pudieran oír-. Catalina estaba en problem

ar, Javi! ¡

allando. Era una presión pesada y sofocan

icie

ada; fue martillada di

ión,* proyectó a través del enlace mental, su voz retumba

omo una loba sin transformar -una Omega por estatus hasta que demo

ncreto, raspánd

xtendió por

ponía en segundo lugar. La nonagésima novena v

mí, algo

único y agudo gemido de

ncio se

na toalla alrededor de los hombros

piernas temblaban, p

n -dije s

ocupado susurrando consuelo a la

de los miembros de la manada, pasando las risitas de los adoles

a la casa de mis padres

ces. Me senté en mi escritorio, con el agua fo

a carta de aceptación que había

Artes de la C

eutral. Lejos de la Manada Sierra Norte. Lejos de

ue ahí es donde iría Javi. Había planea

el cu

tar O

e c

lores secas del baile de graduación, las sudaderas enormes que me dejaba roba

él, a pino y lluvia. Ahora,

a bolsa d

la piscina. Simplemente comencé a tirar cosas. Cada re

minado de

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