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La mentira que borró mi vida

Capítulo 7 

Palabras:1474    |    Actualizado en: 17/11/2025

ista de Br

rtos y desenfocados recorriendo nerviosamente la imponente sala. No entendía el veredicto, la aplastante in

madas, acariciando su cabello-. Está bien. Nos vamos a casa. -A

tía como una broma cruel, burlándose de mi derrota. Parpadeé para contener las lágrimas, negándome a dejarlas caer.

quedaban después de la batalla legal. Necesitaba atención constante, un ambiente tranquilo, una oportunidad para reclamar lenta y minuciosamente fr

ue había guardado meses atrás, esperé, conteniendo la respiración. -¿Profesor Thorne? -dije, mi voz firme, sin tra

l extranjero meses atrás, impresionado por mi trabajo inicial. La había rechazado entonces, cegada por mi fútil lucha por la justicia. Ahora, era mi único cami

ijo, su voz grave-. Involucra a jugadores pod

ponga la verdad. Toda. Y necesito protección. Para mí y para mi hermano. -Él aceptó, su voz llena

tos de mis heridas, las pocas capturas de pantalla borrosas del video de la tortura de Kevin que había logrado guardar. Convertí todo a archivos digitales encriptados,

e vivía Enriqueta Rivas Barrera, la madre de Damián. La misma Enriqueta que había arreglado mi liberació

res líneas de desdén aristocrático. Pero también había un destello de algo más en sus ojos, un cansancio que no había notado antes. Incliné la cab

odos los problemas que le has causado a mi hijo? -S

er un problema para Damián ni para su familia. -Hice una pausa, dejando que las palabras se asentaran-. Pero necesito su

ó en sus ojos. -¿No quieres dinero? ¿Ni asistencia médica para tu he

propios términos -dije, mi voz firme-. Libre de su influenc

ue era más listo que todos los demás. -Sacudió la cabeza, un toque de arrepentimiento en sus ojos-. Muy bien, Brisa. P

en su intensidad. Hice una profunda reverencia, un ge

voz suavizándose ligeram

l cielo se había abierto, una lluvia fría y purificadora cayendo sobre mí. Me quedé allí por un largo momento, dejando

. Había eludido el bloqueo. ¿Un último intento de ejercer

eis años desde que nos conocimos. -Su voz tenía una extraña mezcla de nostalgi

acuerdas? -pregunté, mi voz plana, desprovista de emoción-. ¿Después de todo este

o. -Es... complicado. Solo encué

Le di una dirección, un banco de parque desierto, sabiendo q

-. Intenta lucir... presentable. Sabes cuánto aprecio la elegancia. -La

o: "Damián Rivas y Casandra Macías: ¡Una historia de amor para la historia! Celebrando su unión perfecta". Debajo, una foto de ellos, radiantes, tomados de la

ciosa de su amor inquebrantable. Había grabado nuestras iniciales en un pequeño relicario de plata, un símbolo de nuest

ados. "No es una de nosotros, querida", había dicho una vez Enriqueta, sus palabras como dagas.

ico. Era de mi abogado, una copia del decreto de div

asaporte, mi nueva identidad, los nuevos registros médicos de mi hermano, todo seguro. Dejé mi departame

tomó la mano con fuerza mientras abordábamos el avión, sus ojos muy abiertos mientras nos elevábamos

o me lo estaba quitando, pieza por pieza dolorosa. Mi corazón dolía, un dolor fantasma residual, pero debajo de él, una nueva fuerza estaba creciendo, dura y resistent

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