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Las pastillas del Leteo

Capítulo 3 3

Palabras:1030    |    Actualizado en: 08/11/2025

sonido espantó a Sócrates, que salió despavorido a la cocina. El abuelo se levantó hasta l

s y la expresión de un náufrago callejero recién abandonado-, acabo de lle

o pandillero? -pregun

ontestó Panchito-. Con

resa lo más pronto -ordenó el abuelo-, pa

stó con risa entr

rmano. Pasaron unos segundos e inesperadamente lo vio apa-recer otra vez en el u

chándola a su pecho, ant

ntonio cerr

niño perdid

niño que está tan perdido

arlo. Todo es temporal

liciosos. No tardó mucho en entrar a la mesa para colocar la vajilla. Una vez estuvieron los platos y la cuberter

que rezar -dijo-, pa

oy? -preguntó Beatriz con l

tono efusi-vo-. Pavo relleno con pasas y nueces, una d

ida por en-trega? Mientras los abuelos mantenían los dedos entrelazados, los ojos ce-rrados, la cabeza reclinada, a ella le resultaban más interesantes los cua-dros y las fotografías antiguas que, en dife

ue heredamos de nuestra famil

tase algo de mí, quiero decir d

adas, dio un par de campanadas, mientras el péndulo mar-caba sin cesar el compás

tarte algo –comentó el abuelo observándol

n los ojos clavados en Beatriz-. Bachita, acabas de salir de una situación delicada, de

nto que me desmorono. ¿Necesito s

e. Eres como un minero que quiere desesperadamente v

enseguida. Como si bastase una mirada de doña Gra-ciela para saber que no dejarí

ciel

omento, Anton

se traga hasta la luz, imponiéndose sobre cualquier duda. En un solo detalle, Beatriz comprendió que cualquier cosa, la que fuera, e

susurró apartando su plato de ella-,

ante va a venir a verte. No conviene ir

omienza -susur

olvió a acomodar-se. Al verla de vuelta, don Antonio

terrumpió con su sonrisa de abuel

sabor le llevó a dar una probada a la comida, luego otra y otra, hasta qu

triz, dejando el vaso encim

scara y ofreció varios trozos de manzana pica-da a Beatriz. Ella se remontó a una casa y a un árbo

s entrecerrados-. Es un sitio espacioso, con árboles y flores. Lo miro, como si lo tuviera enfrente: e

o que recuerdas -s

raciela-, mientras llega la persona que nos visitará, te acompañaré

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