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La redención de la viuda billonaria

Capítulo 2 

Palabras:1221    |    Actualizado en: 07/11/2025

ÍA

en la repentina quietud de mi mente. Una tapadera. Iban a robar mi vida, mi nombre, para un hij

ron en un tormento físico. Las lágrimas corrían por mi cara, calientes y silenciosas. A través de la bruma, vi u

ijo que le gustaba, solo para que él se diera la vuelta, culpando a un dolor de cabeza. Había iniciado el contacto inn

para Valeria, estaba más que list

ya estaban allí. Él estaba colocando un trozo de melón en el plato de e

-dijo Mateo, su sonris

o descansaba en el muslo de ella, su pulg

na. Me senté, la silla raspando ru

un destello de molest

sa a

da, llevándose la mano a la boca. Salió disparada de

era ir hacia ella, pero me miró a los ojos y se congeló. Su mirada iba y

o. Seguía mirando hacia el tocador, su preocup

pálida y temblorosa, Mat

ivado, que estaba de pie nerviosamente junto a la puerta

vorito. Él lo sabía. No se trataba de la comida; se tra

desvaneció. Ap

agarrando mi muñeca. Su agarre

engo

he. Hasta Chipinque. El aire fresco le hará bien a Valeria. -No esperó mi respuesta, volviéndose hacia la criada-. Mart

refería hasta la marca específica de galletas que comía. Yo era una

una pequeña almohada de seda rosa estaba metida contra el reposacabezas. De Valeria. Recordé haberle p

n santuario, p

nudo en mi

o te sientas adelant

Pasé todo el viaje en la parte de atrás, observándolos en el espejo retr

gos que se encontraron con nosotros allí, pero sus ojos se desviaban constantemente hacia

revuelve el es

si se hubiera quemado. Rápidamente se volvió ha

de jugo. Sé que te en

años que no podía beber jugo de arándano. No desde

bía. O no l

ció un plato

tu fa

Valeria le encantan los camar

púrpura oscuro y amoratado. El viento se lev

e, mi voz tensa-. La c

quejó Valeria, apretando más su m

ateo, su tono no dejaba luga

desafiándome a discuti

overse. Un estruendo bajo se convirtió en un rugido, y u

se de pie de un salto, pero mi tobillo se torció en

, extendiendo l

a Valeria en sus brazos y corrió hacia la fila

ación la mujer en sus brazos. La sensación de

s de que mi pie resbalara de nuevo. Esta vez, no había nada que me detuviera. C

so aplastante de mi propio cuer

e hospital. Mateo estaba sentado a mi

uavemente-. Es

rganta estaba en carne viv

tas y una fuerte conmoción cerebral. Valeria... la cara de Valeria quedó bastante cortada por algun

miró, sus oj

a. De tu pierna. Dijeron qu

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