La jaula de su mentira perfecta
ía
ímbolo de tradición sofocante, ahora se sentía como un campo de batalla. Estaba en
la puerta, su sonrisa
ónde está
je, mi voz despro
actos. No dejándote sola para que te las arregles -reprendió, sus ojos escaneándome críticament
cto de dulzura obediente. Ella era la preciada muñeca de porcelana de la familia, mientras que yo era la te
mi padre al pasar a mi lado, un vaso de whisky en la m
ñas piedras contra un rompeolas. Creían qu
de tratos comerciales y chismes sociales. Me levanté, golpeando mi vaso de agua con un c
fría y afilada que
do con una claridad recién descubierta-
el comedor. El tenedor de mi abuelo cayó con estrépit
petó mi padre, su rostro enr
irada recorriendo sus rostros horrori
ás tal cosa! ¡Alejandro Garza es lo mejor que te ha pasado a ti, a esta famili
mi voz bajando a un nivel bajo y peligr
los precios de las acciones, la posición social, todas las cosas que les importaban.
on el puño-. El matrimonio se mantiene. -Se volvió hacia su
Era donde los Elizondo disciplinaban a sus hijos desobedientes. La última vez que estuve al
hierro. No luché. Caminé con la cabeza en alto, el clic
iedra frente a una fila de tablillas conmemorativ
denó-. Le rogarás su perdón y serás la e
voz tembloro
, una línea abrasadora de fuego. Grité
rarás? -pregun
o el d
ente y cegador. Pero no era nada comparado con la agonía en mi corazón. A travé
furia frustrada-. ¡Danos una buena razón, Sofí
y rota escapó
nfrenté, mis ojos ardiendo-. ¡Porque no me ama! ¡Nunca lo ha hecho! ¡Tiene a algu
, fue diferente. Vi un destello de algo en los ojos de m
sab
sico, mucho más doloroso que la vara. Lo
por una alianza comercial. Mi rebelión, mi naturaleza "enérgica", no era un defecto para ellos. Era una característica. Necesitaban una
or mi fuego, todo para poder usarlo para iluminar el camino de otra persona. Toda mi vida, pensé que mi rebelión era una lucha por su atención,
e en la habitación, su ro
-Se arrodilló a mi lado, su toque como el hielo-. Sofi -su
abuelo se suav
emasiado amable. Tu herma
hablar con él. Explicarle las cosas. Si... si Sofi es realmente tan infeliz... quizás haya otr
e oculta detrás de su dulce fachada. No quería salvarme. Quer
iento estaba allí, en su rostro, tan claro como el día: D
por amor, sino porque habí
rrojó la va
rcio. Pero a partir de hoy, ya no eres una Elizondo. E
palda era un latido sordo, mi corazón una caverna hueca. Pero sentí una
ndose en el rostro triunfante de Daniela-. No necesitan desheredarme. E
aleándome, cada mov
nciosa habitación-, que lo último que esta fa
momento, Sofía Eli
-