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Una noche con el señor multimillonario

Capítulo 4 Por segunda vez

Palabras:1828    |    Actualizado en: Hoy, a las 09:33

ndió desde adentro: "Sí, adelante". Entraron y encontraro

nos días, señor Ryan", le respondió Sara

ue acababa de salir después de instruirle que le consiguiera unos a

Sara, la secretaria del CEO. Creo que también deberías

abía conocido a todos los empleados. Pero al menos ya conocía a

como el señor Ryan se fue. "Encantada

esó. Sara dijo que se iría. Tenía otra tarea que debía entregar a

retaria que le trajera unos archivos antes de salir? De todos modos, ella era nueva y por tra

exquisita oficina. Era como si estuviera en la C

el ceño y miró con atención. El colgante y el co

unque rara vez se lo quitaba del cuello. El colgante s

madre. No pudo llevárselo cuando dejó Zephyr hace cuatro años,

o tipo de collar? De todos modos, algunas de

se volvieron pesadas y sintió que iba a salirle ampollas en l

o del día. Cuando terminó y estaba por irse

s recorriendo la figura de Arianna. Le miraba la cara, el cue

en que él la miraba. "No. Esperé, pero no

de ir a su oficina y presentarte adec

ara irse, ansiosa por salir de la vista de ese h

demás empleados ya se habían ido. Arianna probablemente había esp

que la sujetaba y luego directamente hacia su rostro. Sus ojos estab

ntimos y manejar las cosas juntos. Si me complaces bien, me aseguraré de que te asciendan con m

cuerpo para mejorar su vida. No olvide mantener la profes

de tu vida un infierno si te niegas a obe

jó. Qué tontería. Pensó que era un hombre re

ajo, decidió comprarle un juguete a Eli.

gran supermercado donde una sección e

día permitirse en ese momento. Sacó su tarjeta y pagó. Al salir con los ar

staba pasando. Un anciano estaba tirado en el suel

trajes negros de pie, actuando como espectadores, sin i

rostro estaba magullado. Incapaz de quedar

l hombre tropezó y Arianna ayudó al anciano a sentars

s?", lo reprendió. Escuchó que los murmullos de la multitud se hicieron m

?", rugió el hombre del traje negro, con los ojos tan aterrador

ndolo con el dedo, le advirtió: "N

ía a amenazarlo? Se rio en voz alta, con su mano

rándolo con resentimiento. No soportaba esa actitud tan inhuma

la mano, listo para darle otro golpe al anciano y ver hasta qué punto

voz no podía confundirse. Era el jefe,

mirándola con irritación. Una gran parte de la multitud se había disp

do a esa persona el día anterior, y él fue la razón por la que perdió s

ervó de la cabeza a los pies y sintió un mayor resentimient

y le di una lección cuando esta mujer vino y me amenazó...", el hombre de

ciano. "¿De verdad robaste algo?", preguntó, casi culpándose por meters

to", murmuró

ró al hombre del traje negro, luego lanzó una rá

ntrometes en mi vista. Dime qué quieres y quién te envió a segu

vuelta cuando varios guardaespaldas la rodearon por detrás y

ancia. "Dime cuánto quieres para no volver a acerc

ajo de dinero. Lo arrojó al suelo y declaró: "Toma

hombre rico para que te resuelva tu vida. La próxima vez que t

to, no soy ese tipo de mujer que habla. No necesito

n su camino, pero el hombre

iento, señorita. Yo no soy un ladrón. Solo tenía hambre

mejor eso que robar. ¿Ves en qué te h

billete de 20 dólares que tenía y se lo d

problema. El único dinero que le quedaba para tomar un taxi

asó junto a ella. Lo vio retroceder y detenerse frente a ella

s de que pudiera decir nada,

lágrimas. Era su amiga de la infancia. Gabriela había sido su mejor am

temblorosa. "Yo también te extrañé, Gaby", le respondi

s manos, mirándose con ojos húmedos. "¿A dónde vas?",

La otra, emocionada, se subió. Estaba contenta de haber visto a su

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