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Tentación prohibida: Sometida por el tío de mi esposo.

Capítulo 4 4.

Palabras:1311    |    Actualizado en: 04/11/2025

Naenia a su sobrino. -Acaba de entrar a la familia. Deber

erdido en el celular. -Además n

chó el cabello a la espalda y le sonrió al verlo pasar. Tan difícil no

dio cuenta de que necesitaría demasiada paciencia. El perro, de pelaje

rta, tío. Atil

ar en la cabeza de la mesa; él se concentró en lo que estaban mostrando antes de iniciar y exhaló cuando escuchó el

en saludó a todos, llegando hasta su lugar y besando en la mejilla a l

pasar ese bolíg

rió dulcemente, sus labios curvándose e

nscientemente. Bajó la mirada al teclado. Se removió y enderezó la espalda, empujando

ojos. La saliva del irlandés se alivianó al verla pasarse las manos por el cuello. El cabello le caía por

y este volvió al computador, oyen

ropusieron que los expertos en ese campo ser

ar en eso.

necesita ayuda. -repl

ptarlo, ella conoce un poco de

ó él, odiando su forma de llamarlo y ese toque de sus uñas en su brazo

e. El mencionado ni lo observó. Lina vio su prepotencia como un defe

no Mendoza. Uno de los

nó con la sugerencia. Terminando la

la cual se alejó de Eleazar cuando ella le indicó que era hora d

na mirada llena de juicios a Nixon. Este le ase

tel. Debemos asistir juntos. -lo detuvo la

o que sostenía su muñeca, cerca del reloj que ella

acer una e

erlo era algo severamente imposible para ella. Nada lo haría cambiar de

tenía llamadas para atender y eso la tendría ocup

naba el ambiente. Cerró los ojos, molesto por la intromisión. Al darse la vu

tó Lina, con una

donde sus zapatos estaban so

denó, su voz frí

¿o no recuerdas? -replicó

ac

necesario

ando vio esa acción tan delicada de la chica. Sacó las manos de los bolsillos, odiando cualquier objeto fuera de lu

os y tiró de su brazo sin ningún gramo de delicadeza. El gimo

bra, Kael la acorraló entre el librero detrás de la silla y su propia figura imponen

a manera -apretó las palabra

labios, disfrutando de su reacción. Por alg

nte contrastando con el frío de sus palabras. Ella perdió el instinto de defen

nión de la de Lina y aunque podí

a palpable, como una torm

su control se desmoronaba, como un dique que no podía contener la furia del río. L

mbriagadora. Kael cerró los ojos por un instante, tratando de recuperar el control, pero la

oz apenas un susurro, cargada

iró profundo, el aroma dulce quedó impregnado en el aire, agradeciendo cuando

nstante. Detrás suyo caminaba la niñita del brazo de Nixon y eso lo tensó a

quería reconocer. La tensión entre ellos era un campo de batalla, y cada encuentro era

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