Tentación prohibida: Sometida por el tío de mi esposo.
Naenia a su sobrino. -Acaba de entrar a la familia. Deber
erdido en el celular. -Además n
chó el cabello a la espalda y le sonrió al verlo pasar. Tan difícil no
dio cuenta de que necesitaría demasiada paciencia. El perro, de pelaje
rta, tío. Atil
ar en la cabeza de la mesa; él se concentró en lo que estaban mostrando antes de iniciar y exhaló cuando escuchó el
en saludó a todos, llegando hasta su lugar y besando en la mejilla a l
pasar ese bolíg
rió dulcemente, sus labios curvándose e
nscientemente. Bajó la mirada al teclado. Se removió y enderezó la espalda, empujando
ojos. La saliva del irlandés se alivianó al verla pasarse las manos por el cuello. El cabello le caía por
y este volvió al computador, oyen
ropusieron que los expertos en ese campo ser
ar en eso.
necesita ayuda. -repl
ptarlo, ella conoce un poco de
ó él, odiando su forma de llamarlo y ese toque de sus uñas en su brazo
e. El mencionado ni lo observó. Lina vio su prepotencia como un defe
no Mendoza. Uno de los
nó con la sugerencia. Terminando la
la cual se alejó de Eleazar cuando ella le indicó que era hora d
na mirada llena de juicios a Nixon. Este le ase
tel. Debemos asistir juntos. -lo detuvo la
o que sostenía su muñeca, cerca del reloj que ella
acer una e
erlo era algo severamente imposible para ella. Nada lo haría cambiar de
tenía llamadas para atender y eso la tendría ocup
naba el ambiente. Cerró los ojos, molesto por la intromisión. Al darse la vu
tó Lina, con una
donde sus zapatos estaban so
denó, su voz frí
¿o no recuerdas? -replicó
ac
necesario
ando vio esa acción tan delicada de la chica. Sacó las manos de los bolsillos, odiando cualquier objeto fuera de lu
os y tiró de su brazo sin ningún gramo de delicadeza. El gimo
bra, Kael la acorraló entre el librero detrás de la silla y su propia figura imponen
a manera -apretó las palabra
labios, disfrutando de su reacción. Por alg
nte contrastando con el frío de sus palabras. Ella perdió el instinto de defen
nión de la de Lina y aunque podí
a palpable, como una torm
su control se desmoronaba, como un dique que no podía contener la furia del río. L
mbriagadora. Kael cerró los ojos por un instante, tratando de recuperar el control, pero la
oz apenas un susurro, cargada
iró profundo, el aroma dulce quedó impregnado en el aire, agradeciendo cuando
nstante. Detrás suyo caminaba la niñita del brazo de Nixon y eso lo tensó a
quería reconocer. La tensión entre ellos era un campo de batalla, y cada encuentro era