Bajo el juego del CEO
no. Lentamente, alzó la vista. Elías no la miraba directamente. Sus dedos permanecían inmóviles sobre el teclado, pero su perfil, perfectamente recortado contra la luz azulada del m
o la aspereza animal de momentos anteri
desagradablemente a los muslos sudorosos. Él se levantó también, rodeando el escritorio con esa fluidez felina que nunca dejaba de desconcertarla. S
se -i
l peso de su mirada recorriendo cada centímetro de su columna vertebral, las marcas rojizas que sus uñas habían dejado en sus hombros, la
ca de todas las que le había dirigido esa noche. No por su signi
nfrentarlo. Sus ojos grises ca
ino de sus pensamientos-. Era el fuego que funde el metal. Pero el fuego, sindice, trazó una línea imaginaria desde su frente, entre sus cejas, descendiendo con precisión hasta la pu
to. -Su dedo descendió hasta posarse sobre su labio inferior, ejerciendo una presión leve pero innegable-. El diseño del núcleo del laberinto. Necesit
nstantáneamente en la figura impasible del CEO. Valeria salió de la oficina, sintiendo la huella fantas
a descarga eléctrica de pánico e inspiración que la sacudía por completo. Su mente, afilada hasta lo inimaginable por la presión y una necesidad casi patológica de demostrar su valía, trabajaba a una velocidad que ella misma desconocía poseer. El laberinto digital crecía en complejidad, y en su mismo c
le llegó el turno, Valeria, con una voz que apenas lograba disimular un temblor cargado de orgullo y nerviosismo, expuso su concepto revolucionario. Habló de elecciones mora
ocido por su mentalidad pragmática y conservadora, cuestionó con dureza la viabilidad de implementar lo que calificó de "alucinación pseudocientífica". Fue entonces cuando Valeria, con los ojos brillando con una luz casi febril,
scara de profesionalidad. Pero sus ojos... sus penetrantes ojos grises brillaban con un destello de aprobación tan intenso, tan exclusivo y personal,
ero manteniendo su mirada clavada en ella con una intensidad que quemaba-. Y
jo. En su lugar, un mensaje directo e inesperado llegó a su
. No es una orden.
de pie junto al imponente ventanal, sosteniendo dos copas de un vino tinto tan oscuro
tu cuerpo. Me ganaste mi respeto. -Bebió un sorbo lento, dejando que las palabras flotaran en
imiento sorprendentemente delicado, tomó su mano y la guió con firmeza hacia el
nueva profundidad-. La primera fase ha concluido. Ha entendido las reglas básicas,
z más cómo el suelo firme bajo sus pies comenzaba a desvanecerse
nclinó hacia adelante, reduciendo la distancia entre sus rostros ha
esa y una advertencia envueltas en la misma s