La caída de la princesa de la mafia, el ascenso de la reina del cártel
Al
ontra el mármol frío resonó en e
mí después de una pausa deliberada. Sus rasgos estaban tal
e, mi voz fracturán
me miró
o una pizca de esperanza demente-. En la gala. Dijis
n destello de algo -¿fas
ba cargado de un desprecio tan agudo
bras arrancadas de mi garganta-.
N
e plana. Fina
nza. La convirtió en cenizas. Y de las bras
ue una mentira, ¿verdad? -exigí, mi voz ganando un filo crudo y desga
ro ahora eran lágrimas de rabia, no de tristez
ra un fragmento de hielo perfectamente formado-. Fue una m
, te habría ayudado. Era mi padre, pero si hizo lo
glacial de sus ojos. ¿Arrepentimiento? ¿Duda? Estuvo allí -lo
dijo, su voz baja y gutural-. Mataron a mi Consejero. Mi mentor
slizando su brazo por el de él con un aire de posesión sin esf
sus ojos recorriéndome con una mirada de pro
lla, y las duras líneas de su rostro s
nte desapegada mientras me daba la espalda
pasillo, el eco de sus palabras tallando