La caída de un doctor, el ascenso de una reina de la mafia
na
fundaron en un vestido de seda esmeralda. Ya no era una persona. Era un accesorio, elegida para mi pap
del brazo, su contacto haciendo que se me erizara la piel, y me condujo al gran salón de baile. Éramo
ajo el gran
Era llamativo, ostentoso, un estilo que yo despreciaba. Era una decl
n pequeño cuerpo chocó contra mis piernas. Mi
rar, su pequeño rostro contorsionándose en una estudia
oz aguda y penetrante-. ¡Tú eres la m
e detuvo. Cien pares de ojos se volvieron hacia mí. Los susurros estallaron, extendiéndose por la sala
o del niño, su rostro una má
no -arrulló, tom
o. De ella colgaba una pequeña pulsera de
ertirse en un zumbido sordo, mi mundo entero
aniversario. Un símbolo de nuestro vínculo. Un pedazo de su alma que ju
involuntario la recorrió. Tenía
un rugido, un sonido crudo y protector
l destinado a alejarme de su hijo. Tropecé hacia atrás, perdie
ó contra la esquina de una mesa de cristal
o fue el p
arradora me partió el v
o se extendía por la sed
esposo, dándome la espalda, corriendo con Ximena y su hijo mient