La caída de un doctor, el ascenso de una reina de la mafia
na
una declaración de guerra al mismo tiempo. Este niño, esta vida diminuta e imposible, era
os pasillos del hospital como e
enía a una Ximena llorosa, su mano acariciándole el cabello, s
ró Ximena, con la voz a
sonido de puro y
egamente. Es la
eló. La tonta per
esionó Ximena, su voz endureciéndose
un sonido la
re, un acuerdo entre familias. No puedo
entes palabras destrozaron
Una deuda de culpa que tengo
onio, nuestros votos, reducidos a una tra
míos por encima del hombro de Emilio. Una sonrisa lenta, triunfante y maliciosa se e
eina. Era su jaula dorada. Su actuac
ico y de pánico en el suelo pulido hasta que llegué al santuario de mi consultorio. Mis manos temblaban tanto que apenas pude abrir la puerta. Me derru
tira. No podía dejar que mi bebé
después, ll
oz era irreconocib
s papeles d
a? ¿Qu
e juró darle a la familia Falcone en
iscutir. Un momento después,
a, ajena, asquer
ular esta noche. La gala anual. Es impo
e una mujer que no reconocía. Una
e, mi voz desprovista de t
ience l