El Fantasma del Sindicato: La Reina Olvidada del Don
vista d
mico y suave de una máquina. Mi cama era suave, las sábanas alm
ando me moví, su rostro una máscara cuidadosamente construida de preocupación, per
ando mi mano. "Dios mío.
mano de
evando un ramo de lirios cuya dulzur
tía tan falsa que era un insulto. "Nunca habría dejado que
con una idea enferma y retorcida. "Sabes, tal vez esto sea una bendición disfraza
gar a discusión. "Voy a rellenar el jardín. Construiremos una alberca. Un nuevo lugar
nueva y exquisita
e a hablar. Una pequeña y silenciosa re
thouse llegaban a cuentagotas: la fiebre de César persistía, una e
bía un hombre al que llamó "Maestro", una figura encorvada con ojos nublados como agu
ra limpiar la casa
on de vuelta al penthouse. Más tarde, en el aplastante sil
ndo en los pisos de mármol. "Un espíritu inquieto, atado a una muerte por
eló. Estaba ha
al fantasma, sus restos terrenales deben ser exhumados. Las cenizas deben ser esp
omo, prepare un equipo. Va
lancé sobre ella, un animal enjaulado luchando
en un delirio febril. "El niño pequeño... el
ror teatral y desmesurado. "¡Elías, por favor! ¡Tienes qu
iera la monstruosa crueldad de lo que proponían. Ro
ado de César al mío deses
rden. "Desentie
etaron. Grité hasta que mi garganta quedó en carne viva mientras veía
lia. Elías me sujetó con un agarre brutal mientras e
ra pulida que contenía todo lo que me quedaba de mi hijo. Con una sonrisa
o de mis fuerzas, me arrojé por la barandilla, buscando
abeza, oí sonar el teléfono de Karla. Su voz,
tá despierto? ¡Oh,
bruscamente alejándose de mí, acelerando de
ó en el océa