LA ELEGIDA DEL ALFA
más oscuro, con la esperanza de que no me viera. Me ardían los pulmones y me temblaba el cuerpo, pero tenía que encontrar una salid
do de su búsqueda. La adrenalina corría por mis venas como veneno, y al mismo tiempo, una parte de mí quería creer que de verdad le importaba. Se hizo el sile
." La duda me asaltó. Quería creer, pero los recuerdos del pasado me recordaban consta
, apareció en la entrada del callejón, su figura recortada contra las far
tración ahora mezclada con algo más vulne
re era palpable, y luché con la dualidad de mis emociones. Una parte de mí quería creer que había algo más en Ethan, algo más allá de l
ía. "¿No entiendes que no puedo simplemente ignorar cómo me h
como si intentara ord
uave, casi implorando comprensión. "Pero no soy
, como si sopes
, solos los dos. Así podrás conocerme mej
buscando algo de ver
miedo?", pregunté, con curi
rente, con una expresi
ún cree que puedo ser diferente. Caminemos y hablemos. Te prome
ros. Dudé, pero la idea de un paseo, de un momento a solas, me atraía. Después de todo,
ealmente la impulsaba. En cuanto llegó a casa, la oscuridad pareció reflejar sus propias inseguridades. Se acostó, pero no pudo conciliar el sueño. Los pensamientos sobre Ethan danzaban en su mente como sombras fugaces. Al día siguie
ay, esos ojos. Tenían una profundidad que no podía ignorar. Había algo en ellos que me h
oz cálida y acogedora. "Esp
ntando disipar la sospe
hice.
nos mejor", respondió, gesticulando animadamente, como
ome sobre mis gustos y pasiones. Pero había momentos en que su mirada se volvía di
reguntó, con un brillo
ar sentimientos que a veces no podemos expresar
da en algún lugar lejano, como si estuviera
urmuró, casi para sí mismo. "A veces necesita
te, y la idea de que pudiera estar luchando contra algo mucho más grande me hiz
había algo especial en ese momento. Quizás, solo quizás,