Apuesta de cincuenta dólares, venganza de un millón
ista de El
nte construida de Javier se hizo añicos. Me hizo girar, empujándome contra la madera barata, su cue
y algo que se parecía mucho al nerviosismo. Intentaba ser el agresor, el que esta
nada de sustancia. En mi vida de 28 años, había tra
cio, mi voz un murmu
rte primero? Tene
eran su cuerpo, una mirad
primero?
untaba cómo una chica supuestamente tímida y pobre sabía jugar tan bien a
burlona volviendo a su ros
un golpe sordo. Creyó que estaba siendo casua
ocupes, se
dije, mi voz gote
on un clic. El sonido de la d
entre un libro de texto de química y una camiseta arrugada, estaba exactame
ecordé el número de un volante pegado a un poste de teléfono, uno que había visto mil veces en mis
aburrida respondió
urgente-. Necesito a tu chica más guapa. Y la necesi
adamente sobre una silla. La abrí. Estaba llena de efectivo. Billetes de quinientos pesos. Por supuesto. El padr
a punto d
ños. Tomé diez mil para mí, suficiente para el depósito de una nueva vida. Dejé cin
tén, el lugar más seguro que se me ocu
zación p
desconcertada con un vestido barato de leopardo cuando la
e pagará el rest
rillo tenue y sórdido de la lámpara de noc
e Javier desde el baño-.
enc
cuando la mujer, claramente una pro
ar seguro, pero el temblor delataba su excitación. Sus pies descalzos
, su silueta perfilada por
usurró, su voz espesa
ro junto a la puerta, observé, con u
mano y tiró
avier, no de placer, sino de puro shock. La mujer, fiel a su profesión, le
o, el otro vestido de leopardo,
. Fl
la escena en un estallido de
a mi
redulidad. Miró a la mujer, que ahora estaba sentada y parecía mole
-se quejó la mujer, subiénd
ara, dejándole verla bien. Sonreí, una sonrisa fría y afilada que n
esvaneció, reemplazado p
de desenredarse de las sábanas y d
es una fotografía de veinte mil pesos. Pu
artera sob
ra los servicios de tu nueva amiga. Con
hacia l
uyo. Sácal
mochila al hombro y
ta zorra! -gritó Javier, bajá
la mujer, que lo
que vas? ¡Me debes c
illo. No disminuí la velocidad. Abrí la pesada p
etrás de mí, deja
humillación, Javier, pensé. H