El corazón de una madre, una cruel mentira
el corte en mi cabeza fue entrar en el despacho de Gael. Me senté en su costosa
o. Los niños reían, Gael tenía su brazo alrededor de mí, y yo lo miraba con un amor tan abie
de divorcio. Mis manos estaban firmes. El dolor en mi cabe
agarrando mi dedo con toda su mano. Karla, de un año, enterrando su cara en mi
l para intentar la fecundación in
había susurrado, su voz densa con lo que
Recordé el esfuerzo puro y abrumador de criar gemelos, vertiendo cada parte de mí en ellos,
habían amado. No l
cir Kenan, sus dibujos a crayón de nuestra "fa
tas -susurraba Karla durante n
a tomar clases de francés. Su nueva tutora fue una recomendación de
ia
zado entonces. Las sutiles comparaciones, las menciones casuales de
pero tenía una corazonada. Agregué "privado" y "blog" a los términos de búsqueda. Me costó un poco, pero lo en
. Años de publicaciones, fotos y cartas no enviadas, to
s. Sus estudios en París, sus exposicione
to. He encontrado una manera de acercarla. Los
ndo a nuestra casa, a nuestras vidas, durante un año. Había estado o
celebrada en un club privado. La miraba de la manera en que siempre había soñado que me mirarí
s simultáneamente les enseñaba a despreciarme. Las publicaciones detallaban sus "lecciones" con ellos. "Hoy les hablé del ta
n tan vasta y meticulosamente planeada que me robó el alie
volando sobre las teclas. No pedí mucho.
el navegador cuando escuché que se abría la pu
ora y me levanté, los papeles
ndo a la habitación, sus
Karla, su voz dulce como el almíbar. Era
te -agregó Kena
e a mi propia vida, y no sentí nada. El pozo de mi a
-dije, mi
de respuesta. Gael entró, su expr
bien? Estaba t
tocar mi brazo. Retroc
me t
que tuve una arcada. Me tapé la boca co
uego se entrecerraron. Un deste
Alex, ¿estás
spendida en el aire,
onder, su expresión se en
Después de ver a Iliana, pensaste
hablando? -susu
zo, sus dedos cla
menzó a arrastrarme hacia el baño pri
descalzos resbalando en
ltame
estal. Se estrelló contra el suelo, haciéndose añicos. Un fragmento afilado me co
acumulaba alrededor de mi pie. No soltó m
borto espontáneo a las diez semanas. Había estado devastad
a nuestros hermosos gemelos.
hijo habría sido otra complicación, otro lazo con e
uevo, arrastrándome s
ba, Alex
ño y me metió una prueb
o y furioso. Durante seis años, había pensado que él er
a mezcla de dolor, rabia y miedo. Él se qu
ás largos de mi vid
tana de resultados