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La red de mentiras de mi esposo multimillonario

Capítulo 4 

Palabras:1073    |    Actualizado en: 30/09/2025

lia

u lado, cayendo de rodillas en el suelo sucio sin pensar un seg

herida. Con una ternura que se sintió como un asalto físico a mi propio corazón, sacó un pañuelo de seda y comenzó a limp

por debajo de sus pestañas, una pequeña sonrisa triunfante jugando en sus labio

ien, Kili. Sol

de su cintura. Una vez que estuvo seguro de que estaba ilesa,

roso-. Sé que no te agrada, pero ¿atacarla físicamente? Después de to

ba trivializando el trauma que había moldeado mi adolescencia, defendiendo a la p

Tienes que superarlo -dijo, desestimando mi dolor con un gesto de la mano.

z, colocó una mano suav

que fuéramos amigas tan pronto. -Sus ojos se encontraron con los m

bía caído de mi bolso. Contenía las pocas cosas preciosas de Leo que había venido a r

movimientos gráciles y equilibrados. Alcanzó un pequeño pájaro de arcilla pintado a mano,

ego, mientras sus ojos se encontraban con

ra

un disparo en el tenso silencio. El pájaro pintado, la última

e rabia y dolor salió de mi garganta. Me abalanc

ons

la a

nerme, sino para alejarme de Dalia. La fuerza del empujón me hizo tropezar hacia atrás. Mi talón se enganchó en

golpeó el borde de la acera. Grité, acunando mi muñe

Se paró protectoramente frente a Dalia, ignorando por completo el hecho de que

bras entrecortadas-. Lo hizo p

por un segundo, pero lue

ré a un artista famoso que te haga uno d

lena de alegría. No recordaba haberle prometido a Leo que lo pondría en su escritorio en l

a por un agotamiento profundo y aplastante. N

al ritmo de mi corazón destrozado. Ni siquiera los miré. Simplemen

lian detrás de mí-. ¡No sea

nroneo bajo. Se inclinó sobre el asiento del p

a dejar a

mecida, abrí la puerta trasera y me

e mientras le contaba a Kilian algún chisme trivial de celebridades. Él respondía con murmullos de interés, sus ojos enco

rónicos anónimos enviados a Kilian con fotos viejas y vergonzosas mías del anuario de la prepa. El derrame "accidental" de vino tinto en el vestido que mi madre había usado e

os. Levanté la vista justo a tiempo para ver los faros cegadores de un enorme camión que se abalanzab

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