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El Imperio Secreto Multimillonario de Su Sustituta

Capítulo 3 

Palabras:1107    |    Actualizado en: 29/09/2025

Damián

ó como un puñetazo en el estómago. Por una fracción de segundo, un instinto prim

nido pequeño y teatral, y apr

esto es horrib

. Esto era culpa de Sofía. Todo. Si no hubiera secuestrado a Valeria, si no hubiera intentado forzar un aborto, si no hubiera sido tan maldit

carando el temblor que sentí mom

on tanto amor, ahora estaban llenos de un dolor tan profundo que era casi negro. El dolor

esto? -susurró, s

me dejaste otra opción cuando te llevaste a Vale. Amenazaste a

roto e histérico que resonó en

as a pagar para que le sac

levándose-. ¡Antes de que tiraras nuestra vida a la basura por

riendo en sus labios, dejando

baja-. No, Damián. Yo te hice. Y tú fuiste

o me recorri

lví hacia el cerd

te pagué por

s labios, sus ojos to

l trato

e que cambie de opinión sobre dejarte salir de aquí con vida. -Mi voz

ó como la r

ante, su rostro una másc

. ¿Estás bien? Damián estaba tan preocupado p

rededor de los h

a a mi hijo. ¿Me entiendes? Esto fue una adverten

ia ar

-Estaba jugando a la pacificadora, el alma gen

vida, Vale -dije, mirando directamente

a de Sofía, me di la vuelta y saqué a Valeria de la habitaci

gresivo conmigo. Yo era solo un músico sin un peso entonces. Sofía, mi tranquila y modesta Sofía, se había interpuesto entre nosotros, mi

a abracé y le susurré:

reído y promet

or que me negaba a reconocer. El chico que había necesitado esa protección se había id

ía en la oscuridad, no pude evitar la sensación de que no solo

nterrándolo bajo la nueva ola de ira y justificació

que cr

Sofía

a, dejándome en la habitación fría y apestosa con los ped

sentada en el suelo sucio. Abracé mis rod

ido proteger

alguien me pusiera una mano encima. Pero ese chico se había ido. El éxito y la inseguridad lo habían envenenado, lo habí

alientes y silenciosas. Pero no eran lágrimas por él. Eran por mí. Por la ton

orar por él. Ni

o Marcos que había tenido en espera, entró. Había estado siguiéndome desde que dejé a

e. Me echó su saco sobre l

mano. No quería estar adormecida. Quería sentir esto. Necesitaba que la

ronca. Me levanté, apretan

Valeria por su codicia. Yo había construido su

taría viéndol

-

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