Su corazón, mi traición suprema
vista de
ado hasta quedarme dormida, acurrucada en el borde más alejado de la cama king-size, lo más lejos posibl
trozos pequeños y manejables, de la misma manera que solía hacerlo por mí cuando estuve enferma de
entré, su rostro una más
-preguntó, su tono
me volví h
on la barbilla el brazo que había estado agarrando tan dramáticamente la noche anterior,
stro antes de que lo reemplazara
ébilmente-, pero no qu
ó una mirada
lpate,
. ¿Por acorralarme después de que me encerraste en una habitación
. Miró a Julieta, una
on de lágrimas, una actuación
bas, que yo solo estaba aquí para ayudar con el bebé. Debió haber entendido mal. -Bajó la vista a su regaz
y tomó la de ella-. No vas a ninguna parte. No eres una carga. -Luego vo
-insistí, mi voz eleván
tenido un don para el drama, Gema. Era encantador, al principio. Pero esto... esto es p
antes había hablado de mis orígenes, pero ahora lo estaba usando como un arma, recordándome mi
rga escapó d
? ¿Por usarme? ¿Por planear descuarti
con la mano. Los cubiertos tintinearon
ente figura proyectando
rtunidad para salvar esto. D
estello de triunfo en sus ojos. Vi todo mi futuro en ese momento: una vida siendo manipulada, menospreciada y a
poderó de mí. La calma
mi voz baja
se entr
starás a mi lado y sonreirás a las cámaras. Actuarás el papel de la esposa devota y feliz. Y si te atrev
me, para exhibirme como su posesión m
-desafié, con la
algo cruel y
l embarazo. Le diré que te has vuelto violenta y que, por su propia seguridad, no puede verte hast
lo sabía. Lo usaría para contr
ientre que se sentía como un campo de batalla. Elías era el esposo perfecto en público, su mano siempre en la parte baja d
Parece que está
palda. Me estás
qué estás aquí
ro. Le tocó el brazo, se inclinó para escucharla susurrar, sus ojos brillando con una vida y calidez que ya nunca
que me casé. Quizás es
me acorraló en la
a de calidez. No era un cumplido; era la evaluación
en el suelo, sintiéndome tan rota como los pe
nido de profun
ema. Estos celos... e
is ojos ardiendo con
es a quien siempre has amado. Dicen que solo estaba calentando tu cama hasta que ella
a para hablar, pero no salieron palabras. No podía
ncio, tuve m
rriendo la gran escalera hacia nuestro dormitorio, los diamantes prestados sintiéndose como piedras q
e días. Ahora. Esta noche.
a cama, mi cuerpo temblando de agotamiento y estrés. El bebé. Tenía que pensar
rta del dormitorio se abrió.
azón saltando a mi gar
sus manos cálidas y familiares tomando las mías-. Dijo que no te sentías bi
sonrisa, pero mis
n, papá. S
su mirada escru
¿Te está tratando bien? Sé que al principio dudé de él, un hombr
Elías apareció en el umbral, una
as venir. Pensé que tu presencia podría
e, un gesto posesivo y teatr
o, su voz suave como la seda-. El emb
azo por los homb
equeo, Gerardo. Tu salud es nuestra máxima
lamada telefónica. El martes era en nueve días. Era e
ajeno a to
illoso, hijo. Gracias
n con los míos por encima del hombro de mi padre, eran fríos y duros como diamantes, ll