Su corazón, mi traición suprema
vista de
la prueba final que necesitaba para confirmar mi traición. Pero sus ojos, oscuros e intensos, es
vertiginoso y te
s. Hundió su rostro en mi cabello, su voz densa con lo que sona
e su cuerpo se sentía como una violación
abras sabiendo a ceniza en mi boca-. Querí
las. Era un gesto que había hecho mil veces, uno que siempre me había hecho sentir queri
Se inclinó y me besó, un beso lento y profundo del que me obligué a no retroceder-. Tenemos que consegu
é a mi médico de siempre. -Lo último que necesitaba era e
risa s
o nuestro hijo reciban nada menos que lo me
gre se
¿
ada, la suya i
es que tú. -La confesión fue entregada con el aire casual de un hombre discutiendo el clima, pero era una decla
r un equipo médico privado que trajo desde Houston. En ese momento, me había conmovido su preocupació
.. eso es demas
cusión-. Le he pedido a una especialista que venga y se quede con nosot
aña en mi casa, en mi vida. Necesitaba espacio para pensar, para plan
rendición amarga en mi l
iante, su vic
rá est
ría. Elías O'Donnell n
dería completa, haciendo que nuestro chef consultara con un nutriólogo y cancelando su viaje a Singapur. Estaba interpretando su pap
e, sonó
icipación que no había visto en años. Me quedé en el arco de
negro azabache y un rostro que era a la vez hermoso y atormentado. Parecía frágil,
ra en mis pulmones. Extendió la mano y tomó suavemente la de ella, su pulgar acariciando
ave y vulnerable de lo que nu
li
la. La mujer de la videollamada. La brillante científica. Su amor
rayendo a n
ra cirugía exitosa de mi padre. El gesto había sido una promesa silenciosa, un símbolo de su devoción. Y nunca había sido mío para empezar. Era un afecto de
azo posesivamente al
tarte a la Dra. Julieta Durán. Es una especialista líder en em
ra. Me miró directamen
ó una pequeña y e
te, Gema. Elías me ha
nte jadeó, llevándose la mano a la garganta. Tr
acia mi estudio, donde había dejado secando algunos lie
elta, su rostro un
gruñó, su fachada cariñosa d
confundida-. Las ventanas están abiertas. La ven
lévenla a la habitación de pánico! ¡Ahora! El sistema de filtración de aire es independiente. Es el único lu
agarrando su brazo-. Está
arre, sus ojos ardiendo con
¿Es eso lo que quieres? -siseó, su voz baja y venenosa. Se dio la vu
bía dejado con una claustrofobia severa. Los espacios pequeños y cerrados hacían que mi pecho se oprimiera, mi visión se estrechara. Elías lo sabía. Él era quien me abrazaba
do mi trauma más pr
una joven llamada Clara,
dijo que usted también debe ir a la habitación de pánico
rédula-. Eso es una
ortante para el bebé -susurró C
l y calculado por atreverme a c
de la biblioteca, mi corazón latiendo a un ritmo frenético de miedo. Al cruzar el umbral hacia la pequeña habitación sin ventanas, vi a Elías a través
esada puerta de acero comenzaba a cerrarse