Su perfecta mentira, mi mundo destrozado
Camp
ueco en mi pecho que se sentía como una herida física. Justo antes del amanecer, el
charlas alegres desde
aminé hasta lo alto de la gran escalera curva. L
uedas. La sostenía, al estilo nupcial, mientras ella reía y envolvía sus brazos alrededor de su cuel
os, se encontraron con los míos. Un destello de triunfo, frío y agudo, brilló en sus
í. -Apretó su agarre en Emilio, un gesto deliberado y posesivo-.
do en sus ojos: culpa, quizás, o solo la molestia de ser descubierto. Des
ía acunada en sus brazos-. Los médicos de Giselle pensaron que sería mejor para
ó una re
. ajustes... para q
su tacto fuera fuego. Mi mirada recorrió el vestíbulo, la
pogeo. Las suaves alfombras de color crema habían sido cambiadas por opulentas alfombras persas en carmesí profundo, el color favorit
estaban siendo sistemáticamente desmantelados. Dos a
staba siendo instalada, no como una invitada, si
n principal. Era una foto de Emilio y yo en un acantilado bañado por el sol en Los Cabos, sus brazos rodeándome, mi cabeza
ezó. El enorme marco se le escapó de las manos y se estrelló co
cristal había cortado directamente mi rostro sonrie
aba la mandíbula. Recordaba cuánto amaba esa foto. Reco
Emilio -murmuró ella desde sus brazos, su vo
do lo que
a los hombres, su voz cor
apoderado de mí. ¿Qué era una foto rota cuando el
onfundir mi sile
vizándose en ese tono practicado y condesce
i voz un grito silencioso en mi
ia. Dejó suavemente a Giselle en su silla de ruedas antes de subir
ojos se oscurecieron con un brillo familiar y depredador. Se acercó en su silla de ruedas a
asura? -preguntó, su
e disparó y sacó un pequeño pájaro de por
tó la res
uda, desesperada-. Por favor,
una sonrisa cruel j
importan
, te lo
hombros teatral, y dejó que el p
ármol y explotó en c
mi madre y yo habíamos pintado juntas en el hospital, solo días antes de que
ntos afilados e imposiblemente pequeños. Un trozo de porcelana me cortó la
goma de su silla moliendo el trozo más grande que q
ujer patética y débil. Llorando todo el tiempo. Igual que tú. -Se inclinó más cerca, sus ojo
bia reprimida estallaron en una única y violenta oleada. Me abalan
la al suelo con un
Ni siquiera me miró. Corrió hacia Giselle, recogiéndola en
rdiendo de ira. Luego vio mi rostro surcado de lágrimas, la sangre en mi mano, el p
actriz, enterró su
o ella simplemente... explotó. -Levantó la cabeza, sus ojos grandes y suplicantes-. Tal vez... tal vez debería ir
i pecho. Esperé. Esperé a que viera a través de la a
a la mía, silenciosa y sangrante. Sus
a-. Te compraré una docena más. Giselle acaba de despertar d
siva con la mujer que acababa de hacer añicos el último pedazo de la memoria de mi ma
era espacio. Querí
nalmente lo hice. En
ca y hueca-. No puede
ez rotas, nunca pued