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Ya no es April Mayo: El regreso de la heredera

Capítulo 3 

Palabras:1287    |    Actualizado en: 26/09/2025

Cárden

llozos que me atravesaban como metralla. Lo abracé fuerte, susurrándole p

pó contra mi hombro, su voz pequeña

o en su cabello-. Mucha gente te quiere. El abuelo Jor

dose para mirarme, sus ojos rojos e hi

e madera en su bolsillo. Era el últ

o quiero d

gué el nudo en mi garganta,

n que nos quedemos aquí. Quieren que lo llames 't

shock. Lentamente, su mano soltó el lobo de mad

-sus

súplica d

ta mi cumpleaños. Tal vez... tal vez venga.

o trozo de amor del hombre que acababa de repud

, besando su mejilla manchad

acto sobre la mesa. El silencio en nuestra pequeña casa era ensordecedor. Finalm

co años, Emilio. Ha estado sentado junto a la ventan

por un largo momento. Luego

agadas, sus hombros caí

una pequeña y temblorosa sonrisa-. El

a punto de volver a llamar a Emilio, de gritar y enfurecerme y exigirle que arreg

a. Tengo una sorp

. Una pequeña chispa de esper

de mi cumpleaños! ¿Crees que m

otro

fiesta esperán

samor anterior olvidado. Parloteó emocionado todo el camino,

llena de globos y serpentinas. Estaba llena de rosas, cientos de ellas, e invitados elegantemente

un imponente pastel de varios pisos y corrió directa

ción repentinamente silenciosa-. ¿Me estás es

ojos se abrieron de par en pa

ba vestido con un esmoquin a medida, Sofía aferr

n a susurrar, sus ojos

es...

ue no te

Dio un paso atrás, alejándose de D

e. Empujó a Dante, no con fuerza, pero lo suficiente como

abiertos de par en par

l, tomándolo

s v

ero la fiesta apenas comienza. Tenía tantas esperanzas de que vinieran. -Levantó su teléfono, mostrándome los mensajes qu

ntra el cost

s que este niño callejero no

go, miró a Sofía, a los invitados poderosos e influyentes, al imperio que es

su res

o de furia-. Y su padre es el hombre más grande del

a irme, pero Sofía

udo escozor de su bofetada resonando en el salón-. ¡Mie

tud, su rostro una másca

arruinarlo todo!

me y zarandeándome. Un puño conectó con mi estómago, dejándome sin aire. Enrosqué mi cuerpo al

milio. Estaba congelado, su rostro un lie

tía que le debía por salvar mi vida todos e

e había liberado de mis brazos y se había arrojado a los pies de

or que ningún niño debería conocer-. Por fav

No papi

on. Emilio miró a Dante, su rostro c

qué me

corrían por su rostro, pero su mirada

señor. No seremos

no, un niño pequeño y roto guiando a su madre maltratada, salimo

en mi bolsillo. Un

e a Dante. Estaré allí esta

talla, su rostro

ja pero firme-, ¿el ab

ada en el mu

es vámo

afía, cada carta, el pequeño lobo de madera. Mientras el último recuer

puerta y nunc

-

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