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El Alfa firmó mi rechazo por error

El Alfa firmó mi rechazo por error

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:1257    |    Actualizado en: Hoy, a las 22:01

o, un título que él nunca honró. Estaba enamorado de otra muj

rogué por la medicina que había prome

ínculo mental, escuché la risa de ella de fo

arme con trivia

os sanadores principales lejos del lado de mi padre. Él mur

ombre que se suponía era mi otra mitad. En su obses

amada de ella, deslicé una sola página en una gruesa pila de documentos. La firmó sin leer, y con u

ítu

ÍA

ota un puño diminuto contra el cristal. Adentro, el silencio er

nto de piel, con las manos apretadas en

rágil en la quietud opresiva del auto-. Han pasado tres añ

allado en piedra. Su aroma -como un bosque en invierno después de una nevada fresca, pino agudo y tier

ación en mi propia voz. Era la nonagésima novena vez que le rogaba. Las había

la ma

posición no necesi

ra guerra fría. Miró la pantalla, y el granito de su expresión se derritió. Fue un cambio sutil, pero para mí, que

ahora un murmullo bajo y c

e había ido, reemplazado por una calidez que no había sen

ta para la Gala de la Luna Lle

iga de la infancia, la mujer que él creía que era su verdadera com

as no derramadas. Él continuó hablando con ella, sus palabras tejiendo la imagen de una vida

la llamada, el hielo reg

acotamiento de la carretera desierta,

abras fueron secas, de

é, con

stá lloviendo

r mi cuerpo. Era una fuerza física, una presión detrás de mis ojos y en mis huesos que exigía obedi

on ese poder innegable-: "Ve a c

ió dentro de mí, encogida ante su dominio. Esta era la maldición de la

mi teléfono desechable vibró en mi bolsillo. Un zumbido

lista. Una sem

sperando, me dio una pizca de fuerza.

voz temblorosa-. El boticario de la mana

un sonido moles

eñaló el asiento trasero-. Mi asistente hizo que te entregaran algunos vest

ablemente llenas de los rosas pálidos y blancos que e

tal con ella. La conexión mental era un vínculo sagrado, usualmente reservado para asuntos de la manada o la más profunda intimidad entre compañeros. Él la

miró, sus ojos ahora completamente vacíos de c

olo un despido frío y simple. No nece

lluvia fría me empapó al instante,

a Escalade salió disparada hacia adelante, lanzando una ola de agua

a tormenta, mi loba interior no solo gimió. Aulló.

e era una patética Omega que se aferrar

años de Rosalía. Adentro, no había secretos de la manada ni documentos financieros. Era un santuario. Lleno de su ropa: bufandas, guantes, incluso un camisón de seda. Todos pulsaban

orrarme de nuestro vínculo, reemplazar mi alma con un fantas

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