El Alfa firmó mi rechazo por error
ÍA
piando el lodo pero no la vergüenza. La enorme casa se
ecé a empacar. No había mucho que llevar. Unos cuantos libros gastados, una pequeña
rado para mí, cada uno una réplica perfecta del estilo de Rosalía. En el rincón más alejado, apretada en un pequeño
vibró de nuevo. Era ot
contacté a una Anciana allí, una reclusa. Puede ayud
Alfa de la Manada Arroyo de Plata. Era el medio hermano de Rosalía, un hombre que la veía como la víbora que er
a supervivencia; era una cuchilla que podía retorcer en las espaldas de Lor
bitación se abrió. Lorenzo estaba allí, oliendo al empalagoso perfume
endo mi cuerpo aún húmedo con desi
iendo mis facciones en una máscara de sumisión tranquila.
. Lo he pensado y ahora entiendo mi lugar. Seré lo que necesites
asentó en una de satisfacción arrogante. Esto era lo que
do-. Me alegra que ha
si imperceptible. Era molestia. Una parte profunda y primitiva de él -la parte que me reconoc
su presencia de Alfa
gra, necesitaré un heredero -declaró, como si discutiera una f
para producir a su heredero, todo mientra
en su teléfono. Lo contestó con una sonrisa, dándome l
y lidiando con un pequeño asunto
orativos del negocio fachada de nuestra manada, Consorcio Andrews. Empezó a firmarlos,
mi opor
o de miedo y euforia. Me moví silenciosamente hacia el escritorio
lfa -dije, mi voz firme a pe
miento, su atenci
e ochenta páginas que su equipo legal había enviado para aprobación de emergencia. Era un documento que sabía que nunca leería por completo, solo firmaría.
letra pequeña y formal,
imida fluyera hacia él, no lo suficiente para ser magia, solo lo suficiente para
ma volando sobre las páginas. Firmó acuerdos comercia
la última pági
entración, sus labios moviéndose ligeramente mientra
oderosa y arrogante
zo An
. Había renunciado a su compañera. Había destrozado s
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