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La traición del amor: La hija invisible

La traición del amor: La hija invisible

Autor: Gavin
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Capítulo 1 

Palabras:983    |    Actualizado en: 10/09/2025

una reconocida cirujana, y mi padre, el Fiscal General de la Ciudad de México

llos, yo solo era una desconocida, un caso compli

análisis de las heridas de tortura era puramente clínico. Mi padre lleg

de mi cadáver, hablaban de

e -se burló mi padre-. Seguro se larg

avier, y su próximo juego de campeonato. Fui el problema de la fam

perdida, mientras mi cuerpo yacía descomponiéndose a sus pies. Estaban ciegos,

mascotas, una pista registrada a mi nombre. Una pieza de evidencia que no solo me devolvería mi i

ítu

erraba a la maleza crecida y se filtraba en la tierra lodos

en la quietud de la mañana. Buscó a tientas su teléfono,

Una chica. Dios

r. El mundo se había vuelto borroso, como si mirara

ullas. Colocaron cinta amarilla, creando una caja nítida y oficial alrededor de

etuvo. Una mujer salió y una quietud h

mad

s. Llevaba su autoridad como el costoso abrigo que cubría sus

uiándola bajo la cinta-. Es un desastre. Necesi

tante, eficiente. La misma voz que usaba

la tierra blanda. No se inmutó. Había visto cosas peores, lo sabía. Veía

aldad escalofriante. Se arrodilló junto a mi forma rota, sus mo

ión visible -señ

en las brutales heridas que

e la encontraran rápido.

l. Observé sus manos, las mismas manos que una vez me habían sostenido de bebé. L

o. Notó las heridas defensivas en mis brazos, los dedos ro

misma que para nadie-. Pero no ant

en resolver acertijos, y yo era el acertijo más complica

y apartó suavemente un mechón de cabello enmarañado de mi mejilla. Fue un gesto de

a rogando por un toque así. Un

uerte, una ext

esconocida. Un caso. Un titular en ciernes que se

vida. Parecía que también se

cta. Ni una sola grieta. Se puso

os veinte. Trauma severo por objeto contundente en la cabeza y el rostro. Evidencia d

me al detective

s la guardaba en el bolsillo. Un destello de alg

rrado. O tal vez, solo tal vez, una astilla

ones. Tenía que hacerlo. Pero me pregunté, mientras flot

lmente

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