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Del Amor al Odio: Su Caída

Del Amor al Odio: Su Caída

Autor: Rabbit
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Capítulo 1 

Palabras:1771    |    Actualizado en: 28/08/2025

da en la poderosa familia Garza. La regla era simple, tan rígida como un decreto ancestral: dar un hijo v

ntira. Mi esposo, Mateo, ya tenía registrada una esposa en el fideicomiso: Valeria Góm

"difunta" Valeria se instaló en mi casa, durmió en mi cama. Y cuando deliberadamente destrozó las cen

su juego cruel. Para obligarme a revelar el paradero de Valeria después de que ella fingi

rde de la muerte mientras

or Mateo se heló en un odio puro, implacable, irreductible. A los pies de la tumba de nu

lizado entre un fajo de escrituras arquitectónicas. Mateo

, lo sabía, se

ítu

truido con generaciones de disciplina férrea. Una esposa solo era reconocida oficialmente, solo añadida

a que se encargaba de todos los asuntos de los Garzas. Tras cinco años de matrimonio, había llegado el día en que fina

a perpetua de cortesía distante, me recibió. "Se

pero de manera since

oble. "Si es tan amable de esperar aquí, traeré los documen

leraba aún más. Era el último paso, el

su expresión impenetrable. Colocó un volumin

plicación, s

", pregunté, manten

omiso ya registran a una cónyu

el estómago. "No puede ser.

respondió el abogado, evitando mi mirada. "

teo en la preparatoria. La muchacha que había muerto en un accidente de lancha

edad, mirándome por fin. "Para el fideicomiso de la familia G

alzando la voz. "Tuvimos una bod

al tanto de su matrimonio, por supuesto. Pero... com

servada, que desaprobaban un festejo ostentoso. Juró qu

mí. "Este es un ejemplar certificado

reso con crudeza: Mateo Garza y Valeria Gómez c

se agitó en mis brazos y lo abracé más fuerte, buscando en su calor un ancla en un mundo que de

tras su muerte. La llamaba su mayor inspiración, su amor perdido. Yo, arqui

. "Son tus ojos", murmuraba acariciánd

o Hudson era tan encantador, tan persuasivo. Me juraba que me amaba por

ía privada en nuestra casa, un santuario a su m

ora con violencia: no estaba

la que nunca había dejado ir. Y una figura útil para apaciguar a su familia y darle un

no vibró, arrancándome de mis pensamie

sma que me había acompañado durante cinco años. "

mi respuesta. "Todavía estoy aquí. H

ón. "Hoy tengo que quedarme hasta tarde en la oficina, estoy c

tro perfecto llenó la pantalla, con el horizonte de la Ciudad de

tu de Valeria", se fijaron en un detalle. En la esquina de s

e Mateo colocaba cada año en los retratos

cadena de plata que jamás le había visto antes. De ella colgaba un di

el interior de la mejilla para no gritar. El dolor agudo de la carne desgarrada fue lo único que me mantuvo ergu

s bien?", preguntó, con un destell

lo estoy cansada. Agustín no me

n la que tantas veces me había arrullado. "

efugio, ahora eran veneno corrosivo. Obligándome a

ial contrastaba con el fuego helado que me consumía por dentro. Las mentiras me envolvía

o. Una noche, días atrás, lo había escuchado hablar por teléfono en su estu

dos que eras una androide, una copia perfecta para aliviar mi dolo

cia más de su mundo empresarial, quizá un proyecto tecno

. No hablaba de un androide. Hablaba con ella. Co

segurara la herencia y recuperara a la única mujer que siempre había ama

ancó lágrimas, sino me templó. Me

s de la asistente del abogado, que lo entretenía con arrullos, ajena a la tormenta que me consumía por dentro.

notarial y lo deslicé con cuidado entre las carpetas que llevaba conmigo. Después, caminé hasta el auto y recuperé un juego de escrituras d

las escrituras. Él firmaría sin mirar. Siempre lo hacía. Me otorgaba esa "confi

r donde caería su imperio. Ese día, su

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