Su Cruel Obsesión, Su Agonía
. Damián Ferrer era un multimillonario de la tecnología que h
a pagado por los mejores médicos, los tratamientos experimentales más caros, una fortuna gastada sin pensarlo dos veces. H
e las Lomas de Chapultepec, un palacio de cristal y acero con vistas a la ciudad. Creía ferozmen
ba el enorme abism
rio, Damián -le había dich
silenciado
había dicho-. Y yo
atrimonio arreglado con otra heredera tecnológica, amenazando con expulsarlo de su propia empresa, Damián luchó co
de su pequeño estudio, sus ojos ardiendo con una inten
Un conductor ebrio había chocado contra su auto, dejándola con una pierna destrozada y una recuperación lar
antenido ocultas finalmente salieron a la superficie. Se obsesionó con Isabella Montes,
en su propio estudio para encontrarlo con Isabella. Damián sostenía el rostr
. Se dio la vuelta y huyó, un grito
o, sus manos temblando. La alcanzó en la
sustituta terapéutica. Mis médicos lo recomendaron. Para mi trastorno de perso
, con tanto dolor en sus ojos, que casi le creyó. Cuando intentó apartarse, él golpeó el pilar de
ía llorado-. Si m
almas, no una destructora. Así que se quedó. Eligió creerle,
rantes a los que había llevado a Sofía. Incluso la llevó a su casa, la mansión que se suponía que er
abrazando a Sofía con fuerza-. Solo ten pacie
a la esperanza de que el hom
mano, Ernesto, estaba muerto. Lo habían encontrado en su habitación,
su roca, que la sostuviera mientras ella sufría. En cambi
ces lo vio. Un detalle en el informe policial, un recibo de una farmacia cerca del antiguo departamento de Isabella, con fe
prendió. Esto no era una trag
ación de su hermano, su corazón lati
hermano. Era un maniquí de tamaño na
hando por comprender la escena
s piernas cedieron. Se hundió en el suelo, sollo
l umbral. Se acercó
que estar seguro de que tú también me amaba
acariciando
asusta cuando estás molesta.
mor que había sentido por él se había id
ia la ventana, viéndol
u habitación. La abrazó con fuerza, una prese
-susurró Ernesto, su voz t
riciando su cabello.
voz llena de una feroz determinación q
olo para estar segura. Mientras el médico revisaba los resultados,
a no eran más que mentiras. Esta relación, esta vida, se había acabad