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Su Cruel Obsesión, Su Agonía

Capítulo 2 

Palabras:1122    |    Actualizado en: 22/08/2025

. Damián Ferrer era un multimillonario de la tecnología que h

a pagado por los mejores médicos, los tratamientos experimentales más caros, una fortuna gastada sin pensarlo dos veces. H

e las Lomas de Chapultepec, un palacio de cristal y acero con vistas a la ciudad. Creía ferozmen

ba el enorme abism

rio, Damián -le había dich

silenciado

había dicho-. Y yo

atrimonio arreglado con otra heredera tecnológica, amenazando con expulsarlo de su propia empresa, Damián luchó co

de su pequeño estudio, sus ojos ardiendo con una inten

Un conductor ebrio había chocado contra su auto, dejándola con una pierna destrozada y una recuperación lar

antenido ocultas finalmente salieron a la superficie. Se obsesionó con Isabella Montes,

en su propio estudio para encontrarlo con Isabella. Damián sostenía el rostr

. Se dio la vuelta y huyó, un grito

o, sus manos temblando. La alcanzó en la

sustituta terapéutica. Mis médicos lo recomendaron. Para mi trastorno de perso

, con tanto dolor en sus ojos, que casi le creyó. Cuando intentó apartarse, él golpeó el pilar de

ía llorado-. Si m

almas, no una destructora. Así que se quedó. Eligió creerle,

rantes a los que había llevado a Sofía. Incluso la llevó a su casa, la mansión que se suponía que er

abrazando a Sofía con fuerza-. Solo ten pacie

a la esperanza de que el hom

mano, Ernesto, estaba muerto. Lo habían encontrado en su habitación,

su roca, que la sostuviera mientras ella sufría. En cambi

ces lo vio. Un detalle en el informe policial, un recibo de una farmacia cerca del antiguo departamento de Isabella, con fe

prendió. Esto no era una trag

ación de su hermano, su corazón lati

hermano. Era un maniquí de tamaño na

hando por comprender la escena

s piernas cedieron. Se hundió en el suelo, sollo

l umbral. Se acercó

que estar seguro de que tú también me amaba

acariciando

asusta cuando estás molesta.

mor que había sentido por él se había id

ia la ventana, viéndol

u habitación. La abrazó con fuerza, una prese

-susurró Ernesto, su voz t

riciando su cabello.

voz llena de una feroz determinación q

olo para estar segura. Mientras el médico revisaba los resultados,

a no eran más que mentiras. Esta relación, esta vida, se había acabad

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