La venganza definitiva de la exesposa
la sangre correr por el rostro de Javier. Se tambaleaba, pero sus ojos
n el dorso de la mano,
n sonido feliz y entr
e preocupación murió, reemplaz
ron una avalancha de rec
nfermo, sus llantos cada vez más débiles en el asiento trasero. Yo estaba al
a dice que un hombre la está siguiendo. Está aterr
ó en mis brazos una hora después, su pe
un barranco para salvarme. Perdió ambas piernas. La culpa de eso me había encadenado a él. Usaba su silla de ruedas como un trono de martirio, una acusación constant
do por una herida superficial,
pulsiva que me die
ra, un grito difer
avi
Me empujó a un lado, haciéndome tropezar y caer al suelo. Mi bra
ndome con fuerza. Y otra vez. "¡Bruj
n un cuidado tierno mientras limpiaba suavemente su
Javier, con los ojos en
nda tembló. Una sola lág
ella te
eterminación de J
, atrayéndola en un abrazo
é, ignorando el dolor punzante en mi brazo, y me preparé para i
ando triunfo. Se aferró al brazo de Javier como un
nte de Brenda. Fue un movimiento pequeño e inconsciente, pero lo decía todo. Después
miré directame
ije, con voz plana. "Y los nú
arecía c
ás hablando,
ersionistas clave con los que su padre estaba a punto de asociarse, un trato que, en nuestra primera vida, había llevado a la quiebra a Industrias Garza. Y los números, er
ara tratar de salvar nuestra empresa, información que él había ignorado
susurró, su v
por la pedrada en la cabeza", dije fríame
o. No se trataba solo de la empresa. Finalmente, lo entendió de verdad.
querí