Todo Lo Que Se Llevó La Tormenta
combros. Pero no vine a salvar a nadie. Vine porque mi casa se volvió barro. Porque el sil
que, si algo más se sacudía dentro de
osible de ignorar. Respiré profundo - o al menos lo intenté. El aire olía a d
ada con cinta en la reja. Letras torcidas, manchadas por la lluvi
y me deseó suerte. Suerte. Sonreí con la educación de quien creció para agradar y
ua, cajas de provisiones. Niños jugando cerca de un generador ruidoso. Hombres sudorosos montando una carpa que
sta. Solo quería
vando, hasta que un joven con chalec
alojan en ese gi
s piernas empezaron a andar antes de que mi cab
curiosos de una adolescente que llevaba un vestido arrugado y sand
ortinas improvisadas con sábanas y varales de metal. Mujeres sentadas, algunas conversando en español, otras solo mirando al vací
a esquina vacía y me
e no sé medir, s
vez diez minutos. Ta
ecía que yo dr
sa, Isabelle. Ves tra
una casa vo
El techo se cayó. Las paredes cedieron. El agua se llevó lo que quedaba de nuestro armario de bodas, y por alguna razón
orque no tuviera casa, sino p
rrumba por dentro? Te vuelves exagerada. Amargada. Desagradecida. Elegí la base en Saint Mart
lo menos" duele
la estaba caliente. El agua también. Aun así, be
gaste
acio. Una mujer, quizás en los treinta, con cabello rojo recogido
en
osquitos," dijo, antes
recía saber exactamente cómo funcionaba todo eso. Y no sabía si quería mezcl
provisiones. Dije que sí porque no sabía cómo decir no. Moví cajas, sudé, tropecé. Uno de lo
uando
eso. Camisa sudada pegada en la espalda, brazos marcados por el sol y el esfuerzo. Silenc
nte. Y por un segundo, nu
sica de fondo. Ni siquiera sabría de
o en él.
Dolió como una intuición antigua. Como si m
es de que se convi
che había caído y la radio ahora tocaba una canción que mi abuela cantaba bajito cuando lavaba
donada, que olía a lav
pe
aquí par
empezar
a h
o existe lugar en el mundo do