La furia del rechazo: El regreso de una esposa
de los Garza, la jefa de amas de
egresó... -comenzó Mar
brada -dijo Aliana, con la voz plana. N
a escena en el interior era como un retrato fami
bro. Su madre, Cecilia Montenegro, estaba sentada frente a ellos, radiante de aprobaci
to ahogado, saltando como si la hub
jo Sofía, su voz goteando una dulzura falsa-. Mi coche s
esopló co
cen su lugar. Damián, no deberías ten
a un hermoso brazalete de esmeraldas. Era una reliquia de
melosa-. Esto le pertenece a la futu
ía, fingiendo modestia, pero sus ojos
arecía i
a y yo se su
la única digna de ser tu esposa. Mírala, tan elegante.
e la actriz,
sto es mi culpa. No debí haber llama
rable. Se detuvo frente a Sofía y to
ó la delicada y manicurada mano de Sofía y le de
as manos, los callos y las pequeñas cicatrices de años de
iana, retrocediend
vuelta p
ándose cuenta finalmente de qué dí
el pasillo, agar
he de Sofía de ve
o Aliana, s
z elevándose con frustración-. Es solo un pedazo
-dijo Aliana, su tono gélido
repentina formalidad de "tu madre" no pasó desaper
. ¿Estás haciendo un berrinche porque llegué tarde? Despué
samente baja. Finalmente se giró para mirarlo, y sus ojos eran como
esconcertado
culpable con eso. Te debo una, lo sé. ¡
nco años de su devoción desinteresada, fue el gol
trozos rotos de la solicitud de mat
voz temblando ligerame
de sus dedos, esparciéndose a
o quiero n
se oscurec
ambiará algo? ¿Crees que hacer u
atrayéndo
uelvas a hacer una estupidez como esta. Yo soy
davía creía que ella era la misma chic
, Damián -dijo ella, su voz
-gruñó él, su
dolo directamente a los ojos-. Y ve a cuidar de Sofía.
se aflojó. Sintió una extraña inquietud, un destel
mática. Se le pasaría.
n tu cuarto y cálmate. Te llamaré c
sala, de vuelta con Sofía, sin d
Una sonrisa amarga
no tendrás mi número
. Y ella finalmente habí