La traición en la noche de bodas: Un corazón que se apaga
l saco, sus dedos rozando su piel. Olía fuertemente a alcohol. Él nunca bebía tanto. Era malo para su salud, un hecho que ella sabía q
Mientras se tambaleaba, su cabeza se in
zmí
do, pero golpeó a Catalina con
llo, la voz d
un poco de agua. -Todavía estaba
yudó a subir a la cama y luego escapó al baño, apoyándose en
or detrás. Damián presionó su rostro contra s
o los de ella. El beso fue torpe, con sab
se sintió como otra mentira. Pero una parte de
erpo
o, Damián? -La pregunta fue un s
manos, sus pulgares secando las lágrimas que no se había dado cuent
sto que sí. Quiero darte la boda más grandiosa. Quie
rrándose a él. Ella era una enredadera, y él era el árbol alrededor del c
rle. Se permitió
añana. Recordó la voz fría y electrónica que había sonado en su cabeza en el momento en que él salió corriendo de la recepción de l
entras se sentaban a desayunar-, creo que sería mej
siquie
N
r qu
un buen trabajo. No h
mpresa murmuran sobre ustedes dos. Tus padres la tra
una señal familiar
irracio
o, cerrando la puerta detrás de él. La di
ho. Era una presión que no tenía nada que ver c
e ella brillaba con una luz suave y hermosa. Él había encendido el proyector que h
a a su lado, atrayén
desastre. Te prometo que te lo compensaré. Ten
ulosa reflejadas allí, y su determinación se ablandó
bien -
os estaban a punto de tocar los de ella, sonó su teléf
ina escuchó la voz de Jazmín al
e reservar un vuel
mediato, su voz a
or qué? ¿
mí -lloró Jazmín-. Están diciendo cosas horribles, llamándo
a y calculadora. La calidez de hacía un momento
contró con
s que
abló por el teléfono,
Quédate donde está
Catalina, su rostro un
harías alg
olpeó más fuerte
fu
ces qui
é, pero n
rlo en sus ojos. Se leva
Vamos al
ara
n. Y vamos a transmitirlo en
do su brazo-. No tengo
brazo de nuevo,
esto, Cata.
te todo el camino al hospital, ella se sentó en sile
spital de Jazmín. La propia Jazmín estaba sentada en la cama, con u
io a Damián, sus ojos
da se desvió hacia Catalina, y
ante. Se movió para interponerse entre ellas, s
er de su propia esposa. La amargura era tan fuerte que Catalina podía sabor