De las cenizas a su abrazo
de la de Elías-. Persiguiendo a una mujer que no sop
evo, esta vez más fuerte-. ¿Crees que puedes entrar a la f
a tienda de lujo. Eran lo suficientemente ricos y ar
, pero eran cuatro contra uno. Un puño voló, alcanzándolo en la ma
era un peleador. Su resistencia solo pareció enfurecerlos
etal. Una colección de delicados relojes con incrustaciones de diamante
ó en silencio.
tuvieron, con los ojos muy abi
eto, señalando los restos-. Parece que
mezclándose c
ir el exhibidor! -le gritó Ricky al geren
Elías solo en medio del d
ujer de aspecto severo y rostr
sto! -chilló-. ¡Hast
xplicar Elías-. Me at
se exhibidor vale más de un millón de pesos. ¿Tiene un millón de pesos? -Lo miró de arriba abajo c
ferrada a su brazo como un tornillo de banco. Parec
será n
uila y fría c
o la escena con una expresión de profundo fastidio. Había
ando en el suelo de mármol. No mir
s daños a
la de la g
a Navarr
Isadora, su voz no de
la lo había visto todo. Una parte de él, una parte estúpid
pero ella habló primero, sus ojos finalmente
jo-. Considéralo un pago para que te
ando que el silenci
as, y te disculparás por at
se. ¿Disculparse? ¿Con el hombre
tranquila pero f
sus ojos. Estaba acostumbrada
en la arena-. Y no te debo nada, ni a ti ni a él. Hem
da de desprecio. Por un momento, pensó que ella lo veía, que realmente veía al hombre que
voz cortante-. H
jó, dejándolo solo para e
ina Cantú, sabiendo que su equipo legal se ocuparía. Salió de la tienda
, tratando de tomar un taxi. Los
misma que lo había traído. Pero no era su chófer. El
ó a alejarse. Pasó justo a su lado, sin siquiera una mirada en su direcció
do su chaqueta, helándolo hasta los hues
uerza, su cabeza golpeando el concreto. El dolor estalló en su cráneo y su visión
se volv
tenido a centímetros de él. Yacía allí,
y cerrarse cerca. La camioneta
chófer, amortigua
ro, ¿deberíamos
alle. Imaginó la lucha en su mente. La persona lógica y fría que era ahora diciéndole que s
z, aguda
ie
familiar, lo agarró del brazo y lo puso de
Parecía furiosa, como si ayudarlo fuera la
a camione
berando su brazo-.
a y ahogarse que aceptar una onza más de
lías -espetó ella
l retrocedió, saliendo de debajo de
e qu
Pero luego, con un gruñido de exasperación, se abalanzó hacia adelante, lo agarró
eta -dijo, su voz baja y a
asero y cerró la puerta