De la Desolación a la Novia Multimillonaria
ión sobre su lugar, sobre su deber hacia mí. Le estaba diciendo que yo debí
bro. Mi corazón había martilleado en mi pecho. Fue la pr
o encaprichada, para ver la v
s le pedí que lo hiciera. Re
on gusto, por otra mujer. Por Eva. La miraba con u
o, agudo e insoportable. Me
o insté a ir cada vez más rápido, el viento azotando mi cara, ahuyentando temporalmente la t
culos, con saltos altos y giros cerrados. Guié
alto. Medianoche se prep
segundo, escuché
la silla se
dolor abrasador me recorrió la pierna. Medianoche, asustado y sin jinete, se
a, de espaldas a mí, completamente ajeno a mi situación. Se suponía que
staba demasiado
i voz ronca de dese
a, estuvo a mi lado. Agarró las riendas de Medianoche, su voz una orden baja que calmó instantáneament
alvo. Había estado tan concen
ue estaba en una cama de ho
i cuidador. Era un enfermero perfecto, atento y gentil. Me traía
eciera una pizca de esperanza. Quizás sí le importaba. Q
e Eva lo visitaba, las sonrisas secretas que compartían cuando pen
usar el baño. El yeso lo hacía incómodo, y cojeé lentamente po
e un pequeño nicho cerca de la estació
vier era un siseo bajo-. ¿Cortar la correa
pegué a la pared, mi cora
mián fue escalofri
olo tendría una caída menor, quizás un esguince. Lo suficiente para asust
caída. No fue un ac
encia? -preguntó Javier-.
. Luego todo esto habrá terminado. Ella
e desde mi pecho por todo mi cuerpo, un escalofrío que no
propósito. Para "asusta
tí el dolor. La agonía en mi corazón era mucho mayor, eclips