Su Antídoto, Su Tormento
ermosas y mortales para mí, liberaban su polen en el aire. Mi piel se cubrió de ronchas rojas
por ningún lado. Probablemente la habían despedido, un gesto pequeño e
de emergencia que siempre llevaba conmigo, una necesidad para sobrevivir en el mundo de Julián. El medicam
en qué hacer a continuación, la puert
Se abalanzó sobre mí, sus manos se cerraron alred
ó, sus dedos apretándose-. ¡Le dijiste
o podía respirar. Negué con la cabeza frenéticamente. N
de ser humillada por él! ¡La llamó zorra
taba muriendo. Aquí, en esta habitación, a manos del h
iencia comenzaba a d
jadeando, las lágrimas
a recuperarme. Me agarró
iseó-. Vas a
vas? -logré deci
ra, te arrodillarás en su
re se m
N
hasta el estacionamiento, arrojándome
raba por las calles de la ciudad-. Te vas a disculpar, o le enviaré ese vid
n cardíaca era frágil, fue su arma fi
o todo lo que hacía era solidificar mi decisión de irme.
a mansión en Las Lomas de Ch
dillas sobre el pavimento frío y hú
rás cien reverencias. Quizás ent
lo -dije, mi voz
en la mano, la información de con
. No podía dejar que
via empapó mi ropa, helándome hasta los huesos. El dolor en mi gargan
urrando desde las ventanas cercanas, s
o, mis movimientos lentos
ina del dolor, creí oír su voz,
ale
l me quería muerta. Lo había
dad finalmente me envolvía, mi último pensamiento fu