Secretos de un CEO
bía impuesto, pero con la sensación constante de que algo en el aire, algo intangible, estaba por cambiar. A medida que los días avanzaban, ella se veía atrapada en una vorágine de d
iento, en su vida, s
siempre tan imperturbable, parecía ligeramente más tenso, más distante. Él no la saludó con su habitual firmeza, sino que simplemente asintió cuando entró. Era extraño, porque aunq
que Ricardo había solicitado y se aseguró de que los informes estuvieran listos para la tarde. Sin embargo, mientras realiz
de juntas, Lucía notó que Ricardo se acercaba a su escritorio. Normalmente, su jefe sie
me adicional para la junta de esta tar
extraña. No era habitual que se expresara de esa manera, sin ninguna de las frases usuales de cortesía o el tono neutral con el qu
es? -preguntó Lucía, tratando de que
o. Finalmente, después de un largo silencio, asintió y le dio los detalles del informe, pero Lucía pudo notar una ligera falta de paciencia en s
rgo, su mente seguía divagando. No podía sacudirse la sensación de que algo no estaba bien entre ell
luego se levantó de su silla. La incomodidad en el ambiente parecía aumentar. Era como si
a tajante, sin alzar la voz, pero con una fir
en su estómago
na ola de nerviosismo se apoderaba de ella. Había hecho el informe exactam
ojos, normalmente tan controlados, ahora mostraban una mezcla de
on una ligera alzada de ceja. La pr
o la forma en que Ricardo lo había dicho hizo que todo se volviera confuso. Algo en su mirada la hizo senti
ento, puedo rehacerlo -dijo, sintiendo una
que la iba a reprender aún más. Sin embargo, él suspiró, un sonido bajo y
marcado por esa rigidez característica-. Solo asegúrate d
unca antes lo había visto tan... distante. Se quedó allí, con las manos temblorosas, mirando el informe sobr
as. Pasó la noche dándole vueltas al incidente, analizando cada palabra, cada gesto.
to con ella. Aunque él no había expresado ninguna molestia evidente, la frialdad que había mostrado la había dejado insegura. Como
lo que fuera necesario. Sin embargo, cuando se acercó a la puerta de la oficina de Ricardo, se detuvo. Escuchó voces, pero no pudo distinguir las palabras.
podía quitarse la sensación de que la relación con su jefe había tomado un giro inesperado. Algo s
retación, sino el inicio de algo más profundo. ¿Había una razón detrás de la fría respuesta de Ricardo? ¿Estab
í sabía con certeza era que, por más que tratara de ignorarlo, esa tensión entre ellos no iba a d