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Cinco años, un amor que se desvanece

Capítulo 2 

Palabras:1079    |    Actualizado en: 30/07/2025

mientras se despertaba lentamente. Estaba en una habitaci

s a ella. Su postura era rígida, su silueta dibujaba u

a, su rostro un

¿En qué estabas pensando, haciendo una estupidez como esa?

arganta estaba en carne viva. Un

de Alejandro

e amo. Nunca lo haré. Todo esto

a promesa? No le creería. Solo lo vería como otra treta desesperada para llamar su atención.

Villarreal -dij

sión?- en sus ojos. Parecía desconcertado por su tran

vizó casi impe

semanas lib

impulso que no entendía, a

qued

de luz apareció en los ojos de Camila. E

? -preguntó Alejandro, ge

stro, tan parec

liz de vert

ón que no pudo identificar. Estaba a punto de dec

voz era llorosa

caí. Me duele mucho el tobill

la. Vio cómo la chispa de esperanza en sus ojos se extin

-dijo Camila, con vo

una guerra desatándose en su i

rtante. Se dio la vuelta

de Camila se desvaneció. Sus ojos ardían, pero no salían l

de su puerta. Las enfermer

eal acaba de reservar todo

nce de tobillo? Rea

a máscara de indiferencia. Lo

adie vino. Alejandro había pagado por la habitación, pero su atenció

o dolorido, y se curó la herida ella misma

aplicaba el antiséptico. Le p

se le resbaló de las manos y se h

tiró de los puntos de sutura de su cabeza, enviando una nueva punzada de dolo

ido nauseabundo. Una nueva y aguda agonía est

sangre que ahora se filtraba a través de su bata de hospital.

llos para hacer ejercicio. En uno de estos paseos, pasó po

lándole una manzana, sus movimientos suaves, su expres

nte la

Si pudiera ayudarlos, hacerlos felices j

Al salir de su habitación, se encontró cara a cara con Chanta

intivamente a un lad

y se lanzó de la silla de ruedas,

i tobill

ojos se posaron en Camila, luego en Chantal s

s se cerraron alrededor de la muñeca

hiciste

la, su voz firme a pesar

mas, montó un espect

toy segura de que no fue su

un gruñido bajo. Se negó a escuc

cudió todo su cuerpo, y la herida en su cabeza, que apenas comenzaba a

obre ella, su rostro

ocarla nunca má

en una de preocupación. Levantó suavemente a Ch

n, nena.

por encima de su hombro a Camila. Sus labios se

do sentada en el frío suelo. La sangre fr

ntió un agotamiento tan profundo que se in

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