Cinco años, un amor que se desvanece
mientras se despertaba lentamente. Estaba en una habitaci
s a ella. Su postura era rígida, su silueta dibujaba u
a, su rostro un
¿En qué estabas pensando, haciendo una estupidez como esa?
arganta estaba en carne viva. Un
de Alejandro
e amo. Nunca lo haré. Todo esto
a promesa? No le creería. Solo lo vería como otra treta desesperada para llamar su atención.
Villarreal -dij
sión?- en sus ojos. Parecía desconcertado por su tran
vizó casi impe
semanas lib
impulso que no entendía, a
qued
de luz apareció en los ojos de Camila. E
? -preguntó Alejandro, ge
stro, tan parec
liz de vert
ón que no pudo identificar. Estaba a punto de dec
voz era llorosa
caí. Me duele mucho el tobill
la. Vio cómo la chispa de esperanza en sus ojos se extin
-dijo Camila, con vo
una guerra desatándose en su i
rtante. Se dio la vuelta
de Camila se desvaneció. Sus ojos ardían, pero no salían l
de su puerta. Las enfermer
eal acaba de reservar todo
nce de tobillo? Rea
a máscara de indiferencia. Lo
adie vino. Alejandro había pagado por la habitación, pero su atenció
o dolorido, y se curó la herida ella misma
aplicaba el antiséptico. Le p
se le resbaló de las manos y se h
tiró de los puntos de sutura de su cabeza, enviando una nueva punzada de dolo
ido nauseabundo. Una nueva y aguda agonía est
sangre que ahora se filtraba a través de su bata de hospital.
llos para hacer ejercicio. En uno de estos paseos, pasó po
lándole una manzana, sus movimientos suaves, su expres
nte la
Si pudiera ayudarlos, hacerlos felices j
Al salir de su habitación, se encontró cara a cara con Chanta
intivamente a un lad
y se lanzó de la silla de ruedas,
i tobill
ojos se posaron en Camila, luego en Chantal s
s se cerraron alrededor de la muñeca
hiciste
la, su voz firme a pesar
mas, montó un espect
toy segura de que no fue su
un gruñido bajo. Se negó a escuc
cudió todo su cuerpo, y la herida en su cabeza, que apenas comenzaba a
obre ella, su rostro
ocarla nunca má
en una de preocupación. Levantó suavemente a Ch
n, nena.
por encima de su hombro a Camila. Sus labios se
do sentada en el frío suelo. La sangre fr
ntió un agotamiento tan profundo que se in