Divorcio, Renacer y Dulce Éxito
o llegaron los platos principales, un me
liente voló por el aire, dirigién
cia mí ni hacia su hijo, sino hacia Heidi. La rodeó co
hirviendo me salpicó el brazo y el pech
abalanzó, no para ayudarme, sino para llegar h
de en medi
o mármol con un crujido nauseabundo. Miré hacia abajo y
orrió al lado de Heidi, con el
estás bien? ¿
iendo, revisándola suaveme
bien? -murmuró, su voz
d, completamente ajenos a mí, que yacía en el s
taba herida. Per
ó la cabeza, sus oj
ó-. ¡Eres un gafe! ¡Todo lo
recio, como si yo hubiera orquestado tod
pie, con el brazo firmeme
z baja. Luego, él y Kael la escoltaron fuera de
, Kael se volvió
recieras para
sa. Me levanté, con el cuerpo entumecido. Sentía la quemadura en mi piel, el
xi al hosp
io. La quemadura era de segundo g
signos de infección -dijo
rosa. Me ingresaron en una habitación estándar
nadie llamó. Nadie me visitó. Era
dor Senador Salvatierra y su adorable hijo, que pasaban cada momento despiertos en
erta. Los vi. Augusto le aplicaba suavemente un ungüento en una pequeña mancha roja en
piró dram
na. Espero que esté bien. ¿Crees que t
era levantó la v
berrinche. Ya se le pas
ltó una
r sin nosotros. Volverá
ó otro sua
er más amable con ella. S
con absoluta certeza-.
os de compromiso, de tragarme mi dolor, de anteponer sus necesidades a las
en un puño, mis uñas c
mí que se había aferrado a un resquicio de esperanza, la parte que toda
na cosa. No sobre
pera