siones a lo largo de su carrera, pero esta vez era diferente. El aire de la ciudad, el entorno impecable y moderno del edificio, todo parecía estar diseñad
mo una señal de que este nuevo capítulo ya había comenzado, per
or, mientras que los detalles de la arquitectura, sobrios y elegantes, le daban la bienvenida a un mundo que se sentía demasiado per
o la recepcionista con una sonrisa
rior, donde los equipos de trabajo se organizaban según las áreas de operaciones, estrategia y desarrollo. Se despidió cortésmente y subió al ascensor, donde un ligero escalofrío recorrió su esp
en los últimos años. Su mente volvió a la idea que había estado rondando desde que aceptó este trabajo: ¿Qué iba a encontrar aquí? ¿
rmitían que la luz natural invadiera el espacio. Todo estaba organizado con una precisión casi militar, desde las mesas de trabajo hasta las modernas sillas ergonómicas. El aire estaba impregna
ontratación de alguien de fuera significaba un cambio. Y su nombre, en particular, seguramente generaba aún más interés. Unos la observaban con disimulo, otros disimulaban un leve murmullo a
ando los documentos que había sobre ella. Eran informes de proyectos anteriores, esquemas de la empresa, y una serie de correos electrónicos que la esperaban. Sabía que tenía que comenz
y Ana lo levantó con la sensación de que no podía escapar del peso de su regreso. La voz al
o con una pizca de formalidad-. ¿Cómo te encue
spondió Ana, intentando sonar lo más relajada posible. Aunque, por
las 12 del mediodía. Como forma parte de tu área, será importante que te una
de la empresa, el hombre con quien había compartido sus mejores y peores momentos. En ese instante, todas las dudas so
podía sentir en su voz. Colgó el teléfono y se quedó mirando el escritorio unos segundos más, como s
ntrol. Sabía que tenía que mantenerse concentrada en lo que había venido a hacer. Si había algo que había aprendido durante su tiempo fuera, era que el trabajo duro, la disciplina
entía que su cuerpo se tensaba con cada centímetro que se acercaba. Sabía que en unos momentos estaría frente a Lucas nuevamente, y nada en su vida, ni el éxito
puerta. Al abrirla, la sala de juntas se presentó ante ella, con grandes ventanales y una mesa de conferencias de madera pulida. Lucas Ortega estaba senta
eguro, con el mismo aire imponente de siempre, Lucas no cambió. Y aunque pare