na T
nada. No me importa lo que pueda pensar él ah
jos de mí-. Respeto que sea su emple
saber cómo me presento. Estr
manteniéndole la mir
tivo. Es mi apellido, con el que me conoció,
ontinúa el muy idiota, con ese tono arrogante y perdona vid
carcajada. Pero la comisura de mi b
ermino, con impertinencia-, no conviene a s
e no sé quién es. Que no fue el amor de mi vida y e
nstruye-, Sh
asentimiento.
orque quiero que sepa que no me intimida.
más lejos-. No sé bajo qué condición está aquí, pero en esta ciudad hay reglas que deb
te, pero siento su mirada yendo de uno a otro
uchar de usted... -rep
-me con
encojo de hombros, molestánd
ntina de Milo se escuch
puede irse a
si no es problema, señor Prince -sigue
cadáver,
Marissa, ajena al motivo real detrás de mi discusión con
ue se calle. Es evidente que no le conviene llamar a
n la señorita en privado -declara el ma
se ha cre
etendiendo dar un paso en su direc
se interpone e
go invitados que atender -exclama Milo con impaciencia-. Puedes llevar
engo
meta su orden por donde pretende salirle-. Eres mi empleada y
para no gritarle que se vaya a la mierda. No puedo perder el trabajo. Aston me
o le gusta que le laman los zapatos. No llegaré ta
e la reticencia de esta. La cocina retoma su ritmo y agradezc
enza a decir Abigail cuando
igail. Cuando termine co
a. C
ra me hace sentir tan inv
me mira
, con la voz rota-. Y también sabes que no
sangre. ¿Cómo se atreve
derme, pero en el últ
rbilla y gira su rostro hasta que sus labios quedan a la misma altura. Él no retroc
ón palpitante? ¿Por qué verlo ante mí, con mi hermanastra del
ese poder sobre mí
bos cuando encuentro l
sperando en el piso superior. Tome el ascens
pa y salgo de la cocina con paso rápido. Rezo para llegar al ascensor antes que
n. Él no está contento, se le nota en la cara. Sin que me diga nada, sé que, a pes
instante. Me meto dentro sin dudar y presiono el piso superior para poder perderme antes que aparezc
ue una vez lo fue todo para
miso, señor
ue puedo cuando su cuerpo ocupa más espacio del que de
ezcla amaderada con cítricos. Su espalda ancha es todo lo que veo. Su nuca solo rapada en la parte
s van a los bolsillos de su pantalón, como s
mierda haces tú te
marqué. Las puertas vuelven a abrirse. Él sale primero, sin mirar hacia a
erificar que lo sigo. Es obvio que debo hace
dejarnos de formalidades ridícul
es me reparan de pies a cabeza y un ceño inesperado se forma entre sus cejas,
a calma y levanta la barbilla, miránd
hace
an salido dos cabezas. Qu
Tampoco me pagan para dart
plicar en mí esas habilidades que usa cuando está
n contacto
jos. Esto e
el culo, es el tema por el que estamos aqu
n mis palabras, pero bien que puede ir a mecerse en los brazo